De mito a movimiento: ¿Por qué el terraplanismo no desaparece?

Aunque la ciencia ha demostrado que la Tierra es redonda, cada vez más personas creen en la teoría de la Tierra plana, ignorando las pruebas y cuestionando la ciencia
Planeta Tierra
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El terraplanismo, una teoría que asegura que la Tierra es plana, sigue siendo popular a pesar de la evidencia científica que demuestra lo contrario. A lo largo de la historia, las pruebas de que el planeta es redondo han sido contundentes, pero algunos grupos continúan promoviendo la idea de que las imágenes desde el espacio y los avances científicos son parte de una conspiración global. Estas creencias se mantienen vivas gracias a la facilidad con la que se presentan como respuestas sencillas a preguntas complejas.

Para entender por qué algunas personas siguen creyendo en el terraplanismo, es importante considerar el concepto de “ideas previas”. Este término hace referencia a los conocimientos que las personas tienen antes de estudiar una ciencia, como lo aprendido de su entorno o experiencias previas. Las teorías de la Tierra plana resultan más fáciles de integrar a nuestra visión del mundo, pues nos parecen intuitivas, mientras que la ciencia, que a menudo es contraintuitiva, puede ser más difícil de aceptar.

Algunas personas que creen en la teoría de la Tierra plana no logran comprender cómo fenómenos naturales como el mar, las olas y el horizonte encajan en su visión del mundo. Se preguntan, por ejemplo, por qué el agua de los océanos no cae del borde de la Tierra si esta es plana, o cómo es posible que veamos el horizonte curvarse a medida que nos alejamos. Además, les resulta difícil aceptar que el planeta no parezca moverse, ya que no sienten el giro de la Tierra, algo que es evidente en el modelo esférico, pero que para los terraplanistas no tiene explicación dentro de su teoría.

La popularidad del terraplanismo también está relacionada con la desconfianza hacia la ciencia y las autoridades que la respaldan. Para muchos terraplanistas, los avances científicos no son solo incorrectos, sino que forman parte de una conspiración para ocultar la “verdadera” naturaleza de la Tierra. Este es un ejemplo claro de cómo ciertos movimientos anticiencia cuestionan la legitimidad de la ciencia oficial y prefieren alternativas no verificadas que se ajustan mejor a sus creencias.

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