El plan de crecimiento anunciado por Liz Truss ha acabado con su corta carrera como primera ministra del Reino Unido. La líder conservadora ha cedido a la presión de los tories y ha presentado su dimisión tras la pérdida de confianza de buena parte del Partido Conservador y ante la anulación de buena parte de su proyecto político y financiero que provocó la rebelión de los mercados financieros.
Su dimisión llega apenas 45 días después de que tomara las riendas de la jefatura de Gobierno, pero que ha derivado en una auténtica crisis interna. Al menos 15 diputados de su partido habían manifestado públicamente su pérdida de confianza hacia la figura de Truss con lo que el número de parlamentarios descontentos que podrían haberle hecho llegar sus sensaciones al jefe del grupo de diputados conservadores sin cartera, Graham Brady, podría alcanzar 50 de los 357 parlamentarios.
El último vuelco a las medidas de su plan de crecimiento se producía tras la anulación por parte del nuevo ministro británico de Economía de la rebaja prevista del 20 al 19% del impuesto sobre la renta para reducir el endeudamiento público y calmar a los mercados.
Al tiempo, limitó las ayudas para reducir la factura energética para hogares y empresas que pasarán de aplicarse durante dos años hasta el próximo mes de abril. Jeremy Hunt asegura que este revés al plan de Truss busca un "crecimiento basado en la confianza y la estabilidad".
