La coalición de izquierdas, Nuevo Frente Popular, liderada por Jean-Luc Mélenchon, emergió como la primera fuerza con una proyección de entre 172 y 192 escaños en la Asamblea Nacional, según el sondeo de Ipsos Talan para los principales medios galos.
Este resultado es un golpe significativo para el partido de extrema derecha, Agrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen, que obtuvo entre 132 y 152 asientos, quedando así en tercera posición a pesar de su victoria en la primera vuelta. El avance de la izquierda no solo frena a la extrema derecha, sino que también abre la posibilidad de una coalición con Macron, ya que ningún bloque obtuvo la mayoría absoluta de 289 escaños en una Asamblea de 577.
El denominado cordón sanitario contra la extrema derecha, una estrategia defensiva republicana para evitar que los candidatos de ultraderecha ganen, ha demostrado ser eficaz en estas elecciones. Convocadas de manera anticipada por el presidente Macron, las elecciones movilizaron a una gran parte de la población, registrando una participación histórica del 59,71% a las cinco de la tarde, superando la cifra de la primera ronda y alcanzando el porcentaje más alto desde 1981, según datos del Ministerio del Interior recogidos por Europa Press.
Entre los bloques principales, la coalición afín a Macron, Ensemble (Juntos por la República), logró entre 150 y 170 diputados, ubicándose en la segunda posición. "El cordón republicano ha funcionado y el bloque centrista ha resistido bien", afirmó Macron, aunque matizó que los resultados no clarifican "quién gobernará", llamando a la cautela y subrayando que el bloque centrista "no está muerto".
La noche electoral también estuvo marcada por el anuncio del primer ministro francés, Gabriel Attal, de presentar su dimisión este lunes, siguiendo la tradición republicana tras la derrota de los partidos que sostenían su gobierno.
En cuanto a los posibles pactos, Mélenchon llamó a Macron a encargar al Nuevo Frente Popular la formación del gobierno, destacando la derrota de la extrema derecha y rechazando cualquier posibilidad de pactar con el centrismo de Macron. "El presidente tiene el deber de convocar al Nuevo Frente Popular para gobernar", insistió Mélenchon, afirmando que "la derrota del presidente de la República está claramente confirmada".
Por su parte, el secretario general del partido Renacimiento, Stéphane Séjourné, declaró que el Nuevo Frente Popular "no puede gobernar Francia", subrayando la necesidad de buscar alternativas dado que ninguna coalición tiene mayoría en la Asamblea Nacional. Celebró que, a pesar de las predicciones, "el moderado bloque central republicano sigue en pie".
Estas elecciones legislativas han demostrado ser un campo de batalla crucial para la política francesa, donde la izquierda y el centrismo luchan por mantener la estabilidad democrática frente al avance de la extrema derecha.