Numa Cerámica: la belleza de los Arribes del Duero en cada pieza
Vende los Arribes del Duero en cada pieza. Su obra nada tiene que ver con la cerámica de Pereruela o Moveros, pero ha encajado como un guante en un territorio marcado por la despoblación que aprecia el color a pesar de un futuro más negro que gris. Ella hizo el viaje inverso y recaló en una tierra que exporta talento y emigrantes. Hoy, todo el mundo la conoce como Numa, la ceramista madrileña que se enamoró de Los Arribes del Duero y trasladó hace más de 15 años su taller a Gamones, un pueblo que no llega a los 90 habitantes.
Se llama Nuria Martín López, pero desde que recaló en Gamones se le ha "borrado el nombre y todo el mundo la conoce por el alias de su negocio: Numa Cerámica.
La aventura de Numa y su familia comenzó hace más de 15 años durante unas vacaciones de Semana Santa en las que decidieron viajar hasta Sayago para conocer los Arribes del Duero. "Nos gustó mucho el viaje y repetimos y volvimos a repetir", relata Numa, que confiesa que "me enamoré del paisaje desde el primer momento".
La artista, hija del reconocido ceramista Martinu, conocía Zamora a través de Pereruela y Moveros. "Estudié cinco años la carrera de Cerámica y estudiábamos las piezas de estos dos pueblos de Sayago", afirma. Y así, tras varias visitas la familia decidió comprar una casa en Gamones. "Fue toda una aventura porque seguíamos viviendo en Madrid y tardamos 5 años en restaurarla", cuenta Numa Martín. Un tiempo durante el que sus hijos hicieron amigos en el pueblo y ya nunca quisieron marcharse. "Ellos nos animaron a quedarnos", añade.
Con las maletas a cuestas, la ceramista y su marido, de profesión publicista, matricularon a sus dos hijos en el centro educativo de Bermillo de Sayago y cambiaron la gran urbe por un pequeño pueblo de Sayago. Pero no todo ha sido un camino de rosas, aunque Numa se siente afortunada por "la ayuda que ha recibido tanto de los ceramistas de Moveros y Pereruela como de nuestros vecinos. Nos hemos sentido muy arropados".
El primer escollo, como en más de la mitad de los municipios de Castilla y León, es la conexión a Internet. "mi marido buscaba cobertura al lado de la ermita, luego en Portugal o se subía en una silla para poder hablar por el móvil", confiesa la alfarera madrileña. Al final, la solución llegó con una inversión particular en una conexión Vïa Satélite. "Pagamos Internet a precio de oro", reconoce Numa Martín.
Aun así, dice que le compensa esa conexión con la naturaleza y sus Arribes del Duero, "un diamante en bruto que vendo en cada pieza, un atractivo que la gente tiene que conocer". La pandemia también le ha obligado a reiventarse, con una página en Instagram para vender sus piezas, y a renunciar a los cursos que ofrecía en su taller y al que acudían prestigiosos ceramistas de otros países y alumnos de cualquier parte del mundo, desde Francia, Singapur hasta México o Estambul.
"Cuando descubren este paraje quedan impresionados", apostilla la ceramista. Los alumnos no pierden detalle. "En ocasiones estamos creando alguna pieza y de repente pasa un ganado de vacas sayaguesas o de ovejas churras y salen corriendo a hacer fotografía. Es una experiencia que no tiene precio", apunta.
Desde su taller de Gamones, Nuria Martín, Numa, contradice las opiniones de muchos y está convencida de que "hay interés por venir a vivir a los pueblos". Pero las administraciones no ayudan, principalmente en lo que se refiere a la inversión en Internet de más de 100 megas.
Ella tampoco lo tuvo fácil, pero persiguió su sueño y logró ver desde el calor de su casa los Arribes del Duero, levantar su taller de cerámica y seguir conectando con una naturaleza que deja vistas de postal.