Ayer tarde en Formillos y en Pinilla de Fermoselle pudimos comprobar la ardua labor de los equipos de extinción en la provincia por enésima vez.
Gente joven muy motivada con mucho potencial y muchas ganas de ayudar en un trabajo que o vocacional o no hay manera de entender como estos profesionales pueden enfrentarse a un enemigo cambiante, virulento que hace remolinos, salta y corre como un gamo en la sabana, los bomberos forestales, son de una materia diferente.
"Solo pedimos que no salga nadie del pueblo que estén juntos y que en caso de reunión por inminente desalojo se junten en la Iglesia". "Queremos proteger su pueblo y necesitamos su ayuda". Esta fue la carta de presentación de las BRIF, simple y llano un mensaje entendible al cien por cien pero para el que la población muchas veces no está preparada. La llegada de los BRIF muchas veces no está exenta de polémica y los muchos nervios de la población asustada por la inminente llegada del fuego provocan momentos como los vividos ayer en Fornillos por ejemplo.
La falta de conciencia forestal y de sentido común lleva muchas veces al enfrentamiento y la discusión, en este capítulo tenemos mucho por hacer y aprender aún y no estaría de más que los planes de evacuación y emergencia los volviéramos a estudiar, repasar y replantear todos y cada de nosotros tanto en los pueblos como en las ciudades, los simulacros y la formación en este caso siguen siendo la asignatura suspendida y pendiente y solo cuando vemos el peligro encima nos acordamos de Santa Bárbara.
El equipo se disponía a analizar la posible entrada del fuego en un verdadero hoyo en el que se sitúa el pueblo de Fornillos, una ladera que podría hacer de chimenea y asolar el pueblo, el fuego podría hacer mucho daño y la reunión con los jefes de brigada y la información que llegaba desde los puestos de observación vía walki talkie fluía como el propio incendio. Más de 20 efectivos llegados en sus todo terreno se desplegaban a la entrada del pueblo. Un vistazo ponía en jaque a todos, los BRIF hablaban con los vecinos para intentar darle su visión y los vecinos ponían en común la suya, no sin desencuentros, los lógicos por la presión que supone ver tan cerca el humo y las llamas que podrían devastar el pueblo.
Llegaban más bomberos, los de la Diputación, los de Ledesma, la Guardia Civil, la orden era clara no salir ni desperdigarse, había que luchar todos a una. Tractores arando el frente por donde podía entrar la lengua de fuego, el Buldócer de la brigada que llega y se vuelve hacia Pinilla, todo un verdadero lio que pone nervioso a cualquiera. El viento que arreciaba, los hidroaviones que se marchaban puesto que el ocaso llegaba y a partir de las 21:15 horas la lucha debía ser solo por tierra.
"Parece que no hay peligro que aquí no va a llegar el fuego" se oía de vez en cuando, "que si que llega, que si nos dejáis solos se va a quemar el pueblo entero", nervios, impotencia y caos provocado por la mente enferma de algún pirómano que la noche anterior en torno a las 3:30 de la mañana actuó en Fermoselle, en la zona donde más daño podía causar a sabiendas de que la vida de muchos podría estar en peligro, ¿a caso esta conducta no es un intento de homicidio frustrado? los juristas tienen la palabra.
El caso es que tras mucho planear, contrafuego incluido, que se desestimó al final, la noche se iba acercando y las brigadas se repartían por los flancos para defender el pueblo. El viento cesó o al menos eso parecía pero las llamas se veían a lo lejos correr hacia la presa de Picote en Portugal, el fuego había saltado la frontera y el rio no pudo hacer de cortafuegos. Los llamarazos ya en la noche se veían incrementados por pequeñas explosiones que provocadas por la caída de las torretas de electricidad que el fuego se llevaba en su camino de desolación alarmaban a la gente que seguía diciendo "que vuelve, esto no va a parar en toda la noche", "aquí queríamos ver a muchos de los políticos que solo salen en las fotos".
La noche se adentraba y los vecinos volvían a sus casas no sin el miedo de que el viento cambiara y se llevara consigo sus casas y su futuro, parte de los BRIF se quedaban en el pueblo de guardia otros volvían a Pinilla para reforzar a sus compañeros.
Fotos: Fco Colmenero