Muchos pueblos de la provincia mantienen aún la tradición de elaborar los vinos en casa con técnicas tradicionales
Decía el gran escritor francés Víctor Hugo, amante de la buena mesa, que "Dios no hizo más que el agua, pero el hombre hizo el vino". La máxima del autor de "Los Miserables" se sigue todavía hoy en muchas comarcas de la provincia, donde se mantiene la tradición de la elaboración artesana de los vinos tintos y blancos con maquinaria rudimentaria.
El sistema tradicional se sigue utilizando en pequeñas bodegas de la zona de Toro, Aliste, Tierra del Vino, Tierra de Campos y Benavente-Los Valles.
La elaboración se realiza en las bodegas de casa, que conservan una lagareta para pisar y prensar las uvas. Aunque estos lagares sobreviven en la mayoría de las casas, es raro que se utilicen. El sistema de triturado que usan es el mismo que el de la prensa metálica o de madera, aunque en este caso es la piedra la que realiza la presión.
En los domicilios de muchos pueblos de Aliste se utiliza, por ejemplo, la despalilladora para separar las uvas del racimo y el bagazo resultante (residuo que queda tras extraer el jugo) se vuelca en una prensa de madera que utiliza el sistema de tornillo.
Los depósitos en lo que reposará el vino eran antes de madera. Ahora, los viticultores tradicionales suelen utilizar las cubas de plástico o acero inoxidable. En esas cubetas se vierte el primer mosto, que al ser elaborado de forma tradicional sale sin impurezas.
Después los depósitos se rellenan con la «madre» (uvas escogidas y poco pisadas que sirven para activar la fermentación a través de las levaduras). Cuando el mosto ya ha fermentado llega el momento de sacar el vino en limpio. Eso suele coincidir con la llegada del mes de diciembre. Eso sí, antes ha sido imprescindible mover (mejer) las uvas todos los días.
El siguiente paso es embotellar el caldo y esperar que el vino conserve toda su esencia para compartirlo con la familia el resto del año. No hay más pretensión que saborearlo en compañía porque, como decía el escritor James Joyce, "¿Qué hay mejor que sentarse al final del día y beber vino con amigos?".