Inocencio Prieto tiene 64 años y se recupera de un cáncer de colon. Antes de la pandemia, en marzo de 2021 hará dos años, fue operado del tumor. En su pueblo, Santa Eulalia de Tábara, se recupera cuidando la huerta y a sus gallinas, y aunque considera que ha tenido suerte, no puede evitar pensar que los enfermos oncológicos y con otras afecciones se han convertido en "seres invisibles" en medio de una pandemia que se lleva todos los recursos sanitarios. Su historia forma parte de las muchas que recoge la AECC de Zamora para conmemorar el Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra mañana, 4 de febrero.
La primera víctima de una presión hospitalaria que no deja de crecer ha sido su padre, enganchado a una máquina de oxígeno 16 horas al día, sin que ningún especialista haya vuelto a "llamarnos para darnos pautas", asegura Inocencio Prieto. Esperan una llamada telefónica desde el 31 de octubre, el día que su padre regresó a casa tras estar ingresado a consecuencia de una enfermedad pulmonar. "No sabemos si debemos ponerle el oxígeno 16 horas, como al principio, o reducir el tiempo", lamenta.
En su caso, las cosas han sido distintas. Cada tres meses, un control, tras terminar una quimioterapia que se alargó 8 sesiones. Muchos de esos "exámenes" son a través del teléfono, pero Inocencio Prieto apunta que se encuentra "muy bien" y que encara el futuro con la misma "ilusión" con la que está venciendo al cáncer. "No hay que acobardarse", aconseja a los enfermos oncológicos.
Su etapa por los hospitales comenzó hace casi dos años cuando le detectaron tres polipos en el recto. Eran cancerígenos y había que operar. "No me lo tomé mal, lo encajé bastante bien y nunca perdí la ilusión por seguir viviendo", manifiesta. Tras las sesiones de quimio y su regreso a casa, comenzó la segunda batalla.
Hace tres meses comenzó a notar frío. Acudió al médico para comprobar si algo iba mal. El resultado fue una sorpresa: era positivo con apenas síntomas. 15 días de cuarentena en los que extrañó su huerta y sus paseos, aunque logró superar la infección "casi sin enterarme". Pero llegó otra dura prueba. Su padre, que cumplirá 90 años en unos días, también padecía coronavirus. Afortunadamente, el anciano logró romper las estadísticas y a pesar de tener unos bronquios "delicados", consiguió sobrevivir. Días después, los positivos fueron su mujer y su hijo.
Ahora que ha pasado todo, Inocencio Prieto confiesa que sale poco por el pueblo. El miedo al coronavirus es ahora mayor que al cáncer. Pero dice que disfruta de lo que tiene, que se siente sano y confiesa que hasta ha ido a cazar, una de sus grandes pasiones, en tiempo de veda. La vida le ha dado otra oportunidad que aprovecha cuidando de su padre y disfrutando de la naturaleza en su nave, entre gallinas y gansos.