Solo pasear por la villa de Fermoselle deja entrever la serenidad y consciencia de sus habitantes, de lo que hacen en sus establecimientos hosteleros y en definitiva de sus gentes, y no porque el Volando Voy de Jesús Calleja deje de ser lo que es, un programa que se verá cuando sea menester en Cuatro TV y que mantendrá a los lugareños a raya para vender su pueblo, sino porque el sentido común y las normas de urbanidad y seguridad, han llegado desde los niños a los abuelos de forma clara y concisa, quizá mucho más que en la misma capital zamorana o enm otras localidades del entorno.
Si hace meses el alcalde y su equipo de gobierno hacían un llamamiento al cumplimiento de normas, la misiva ha calado hondo entre los follacos que muestran orgullosos su justo y precavido sentido del cumplimiento de todo lo relacionado con la seguridad sanitaria.
Los follacos, portan mascarillas y no solo los mayores sino también los más jóvenes que se reúnen cerca de la Plaza Mayor para continuar con sus juegos y convivencia tras meses de encierro ejemplar.
Toda la localidad se ha visto advertida por los duros resultados de los casos de COVID-19 aunque Fermoselle es una de las localidades que menos incidencia de óbitos ha tenido en esta pandemia. Según datos del propio Ayuntamiento y de su registro este año de enero a abril hubo menos casos de fallecidos que en años anteriores.
También tener en la misma puerta del Ayuntamiento un Desfibrilador automático hace que la seguridad ante un infarto pueda salvar una vida. Los hosteleros y personal del ayuntamiento han podido realizar los cursos ofrecidos por miembros de Cruz Roja para manejar en orden el aparato salvavidas.
Aún así la pandemia hace que en villas como la de Fermoselle con una gran cantidad de visitantes en verano así como de segundas residencias de madrileños y de otros vecinos de otras localidades o incluso países dan a los residentes una especial atención a la aplicación de las medidas sanitarias correspondientes, es más los protocolos de actuación ante la detección de posibles brotes llevan a varios establecimientos a pedir los teléfonos de sus visitantes por si en algún caso hay que buscar entre ellos algún positivo y encontrar así el sistema de trazabilidad de los posibles casos de COVID-19