Sanzoles ha vuelto a acoger con entusiasmo a su personaje ancestral más querido, el Zangarrón, que este 26 de diciembre ha salido con fuerza para pregonar el arranque de las mascaradas de invierno en la provincia de Zamora. Ni las bajas temperaturas, que al amanecer rondaban los -2 y -3 grados, ni la densa niebla han podido restar brillo a una celebración cargada de tradición y fervor popular.
Un día grande que comienza temprano
La jornada ha comenzado a las siete de la mañana, cuando todo el pueblo se ha congregado frente a la casa del Zangarrón de este año, Hugo Sánchez, para degustar las tradicionales sopas de ajo. Este tentempié, indispensable para combatir el frío, ha precedido la salida del protagonista, acompañado por numerosos vecinos ya preparados para enfrentar las bajas temperaturas con cencerros en mano.
Pasadas las 08:30, las calles de Sanzoles se han convertido en el escenario de una celebración vibrante. Danzantes y participantes han descendido hasta la carretera de entrada al pueblo, donde se ha llevado a cabo el tradicional Baile del Niño. Durante este ritual, los vecinos intentaban "molestar" mientras el Zangarrón se encargaba de mantener las filas en orden, preservando la esencia de esta representación.

Origen y significado de una tradición ancestral
La tradición del Zangarrón tiene su origen en el culto a San Esteban, cuya imagen es protagonista de la misa celebrada al mediodía. Según la documentación del archivo diocesano de Zamora, este rito ancestral se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII. La historia cuenta que el Zangarrón surgió como disfraz para proteger al santo de ser apedreado por una población enfurecida ante una peste devastadora. Desde entonces, la tradición se ha mantenido viva, transmitiendo generación tras generación su profundo significado cultural y religioso.
Tras la misa, la imagen de San Esteban ha salido en procesión, marcando uno de los momentos más esperados del día. La celebración ha continuado con la comida del "Mutis", una peculiar tradición en la que danzantes y quintos deben guardar absoluto silencio bajo la amenaza de recibir palos y multas económicas impuestas por el tamborilero, Tanis. Este año, los quintos han respondido como es habitual, reforzando el vínculo de la comunidad con esta singular fiesta.
El Zangarrón de Sanzoles es mucho más que una mascarada; es una cita imperdible con el patrimonio y la cultura de Zamora, un ejemplo vivo de cómo las tradiciones logran perdurar y unir a las comunidades. Una vez más, Sanzoles ha demostrado que su Zangarrón sigue siendo un emblema de identidad y resistencia frente al paso del tiempo.