Opinión

En tu NO cumpleaños

photo_camera ..."y así te recuerdo siempre, con la copa de vino cerca y el cigarrillo en los labios"...

Dicen, querido Claudio, que hoy cumples años. Pero no es verdad. La gente como tú no cumple años porque es eterna, porque nunca se muere, porque no tiene fecha, ni principio, ni fin. Y ahora te veo así, con la copa de vino cerca y el cigarro siempre entre los labios, fumándote el tiempo. Con la sonrisa de niño y el don de la lucidez sobre los manteles blancos de las sobremesas, mientras los demás envejecemos y nos hacemos mayores y tú sigues ahí, inmaterial, inalcanzable, sin cumplir años, sin tiempo.

Dicen que cumples años y yo no sé cómo puede cumplir años el viento, el don de ebriedad, la celebración, el brindis, el verso. No sé si cumple años el trigo y el palomar, la tierra, el capote de Chenel, el amor de Clara, el abrazo ocre que te acaricia el sueño; el río Duradero que muere todos los días para ser océano, la piedra naranja del último sol, el vino que tiñe las copas con sangre de la cepa.

Dicen que cumples años. Pero no es verdad. Nosotros pasamos mientras tú permaneces; y mañana seremos nada y seguirá tu voz resonando en las esquinas del aire, casi una leyenda, la métrica perfecta del surco. Y te leen los niños en la escuela, te pintan los jóvenes en los muros, te reescriben los siglos tan presente. Y te veo así, como tantas veces, tan cerca, en el calor de aquella mirada que siempre veía más allá; en la sonrisa que provocaba mi sonrisa cuando era niña y no era consciente de que tú eras ese don, el don de la vida, el don de la claridad, que siempre viene del cielo y se halla entre todas las cosas. Tan grande, tan inabarcable que no lo adivinaba entre el humo del tabaco y el verso chasqueando en tu lengua como si fuese pan blanco sin apenas darse importancia.

Dicen que cumples años. Pero no es verdad. Maceras la vida en tu sabiduría de siglos, en la palabra limpia como la sábana al viento, en el rumor del agua bajo el puente, en aquel sol de julio que quemaba aquel día 22, las flores sobre el Duero, la catedral y la cúpula, el llanto hacia adentro y al fin la tierra, el sueño bajo una paloma que sobrevuela el cántico.

Aquel día brindamos, y cantamos junto al río sones de Águedas y celebramos tu vida, el don de eternidad, tu no cumpleaños para siempre. Te quiero, Claudio.

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