A lo largo de la historia de Zamora, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Arias Gonzalo, un caballero que representa la lealtad y el sacrificio por su tierra. Aunque su figura se desdibuja entre la historia y la leyenda, su vínculo con Zamora es indiscutible y su papel en la defensa de la ciudad ha perdurado durante siglos.
En el siglo XI, Zamora era una ciudad fortificada y estratégica en el Reino de León, sometida a las tensiones y divisiones familiares que marcaron el período. Alfonso VI y su hermano Sancho II, hijos del rey Fernando I, se enfrentaban por la sucesión al trono, en un conflicto conocido como la guerra de los Tres Sanchos. En 1072, Sancho II puso sitio a Zamora, donde su hermana, la infanta Urraca, resistía con fidelidad a su ciudad y a sus derechos.
Aquí es donde aparece la figura de Arias Gonzalo, un noble y guerrero cercano a la infanta Urraca, que defendió la ciudad con valentía. La leyenda lo presenta como el consejero más leal de la infanta y un ejemplo de honor y firmeza en un momento en que muchos se doblegaban ante la presión.
La historia cuenta que, ante la insistencia de Sancho por tomar Zamora, un zamorano llamado Vellido Dolfos, con la intención de defender la ciudad, ideó una traición que cambiaría el curso de los acontecimientos. Se acercó al rey Sancho II y, ganándose su confianza, lo asesinó a traición. Este acto, sin embargo, desató la ira de los leoneses y de los hombres de Sancho, quienes vieron en Vellido un símbolo de deshonor.
Aquí, Arias Gonzalo se enfrentó a un dilema: como defensor de Zamora, tenía que proteger a su ciudad, pero también entendía que la muerte del rey Sancho bajo una estrategia tan controvertida ponía en riesgo el honor de los zamoranos. Como buen caballero, buscó mantener la dignidad y el honor de su tierra.
Arias Gonzalo es también recordado por un acto de profunda valentía y determinación: el juramento de Santa Gadea. La leyenda narra que, tras la muerte de Sancho II, Alfonso VI fue acusado de estar implicado en la conspiración y el asesinato de su hermano. Según esta versión, fue Arias Gonzalo quien exigió al futuro rey Alfonso que jurara su inocencia en el asesinato de Sancho, buscando limpiar el nombre de Zamora y proteger su honor.
Aunque los detalles de esta historia puedan haber sido adornados a lo largo de los siglos, el personaje de Arias Gonzalo se ha convertido en símbolo de lealtad y sacrificio, representando los valores que muchos zamoranos todavía hoy consideran fundamentales.
La figura de Arias Gonzalo sigue viva en Zamora. Su nombre está grabado en las calles y en el corazón de la ciudad, y su recuerdo se mantiene en las tradiciones y leyendas que continúan inspirando a los zamoranos. En el marco de la Semana Santa, la procesión de La Lanzada rememora a este personaje, simbolizando la defensa de la ciudad y el espíritu de sacrificio que él encarnó.