En la comarca de Aliste, las creencias populares han dado lugar a diversas prácticas para protegerse de brujas y demonios. Aunque el Diablo tiene un papel destacado en la religión, la figura de las brujas ha sido más relevante en el ámbito local, donde se las vincula a tradiciones autóctonas. Los habitantes empleaban campanas y sonajeros de plata para ahuyentar las influencias malignas, especialmente del "mal de ojo".
Entre los remedios más comunes, las cruces eran colocadas en las puertas para prevenir la entrada de fuerzas malignas. Además, el agua bendita se usaba para bendecir casas, animales y personas, siendo un elemento esencial en rituales como los de la Vigilia del Sábado Santo. Las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús también se ponían en las puertas como protección.
En la Semana Santa, la "Vela María" era parte de un ritual para combatir las fuerzas oscuras, donde las puertas de la iglesia se cerraban para evitar la entrada de demonios. Otras protecciones incluían las ramas de laurel bendecidas, las cuales se colocaban en ventanas y puertas para alejar tormentas, epidemias y el mal de ojo, además de evitar el daño a los animales.
Remedios como el ajo y el cardo también formaban parte de las costumbres locales. El ajo se llevaba como amuleto para protegerse de brujas y animales dañinos, mientras que el cardo se usaba para luchar contra maldiciones y envidias. Estas prácticas reflejan la conexión de los alistanos con su tradición y su creencia en el poder de la naturaleza y los objetos sagrados.