Una ley del ruido del año 2009 le hunde y deja sin negocio, en una remontada pandémica que se parecía a una escalada al Everest sin sherpa, con salida de la Plaza de la Marina. Según Mario el propietario del Pub 43, el mítico pub que pudo con la pandemia y con una crisis brutal, que aguantó a las músicas nuevas a los reguetones y a los nuevos giros musicales pone el cartel de muerte súbita por incompetencia administrativa.
Sin denuncias por ruido alguna tal y como nos cuenta el roquero que ya ha tirado la toalla y no volverá a meterse tras la barra, así ha quedado un pub mítico, con una aliciente especial para los viejos y nuevos roqueros. Mario apenado por la situación volverá al valle de Aran y ya tendremos una nueva víctima más que apuntar al fuego, en este caso al burocrático que apela a la ley del ruido de 2009 y que posiblemente haya incluso quedado obsoleta. Inadaptado se quedará sin guitarra, sin uno más de la pandilla de los de siempre...habrá que volver al valle para ver a este "Caballero de las camisas de cuadros".
Si ya fue difícil remontar la pandemia, mucho más complicado es remontar la burocracia y los cientos de permisos que ahora parecen ser el día a día de inspectores y denunciantes que no tienen más que hacer, que dejar a Zamora sin locales con ambiente cordial y desenfadado, sin ruidos y sin más que el divertimento más que lógico tras años de pandemia.
Cierre definitivo, cabreo monumental de adeptos y conocidos, de amigos y familiares, un local menos que deja más huérfana la Marina, eso si sin ruidos y sin vida, como ocurre a los locales que en su día fueron la zona de copas de Zamora. Hasta siempre "brother" nos vemos en el valle, allí si hay brazos abiertos.
No te dejaron cumplir los 20, ese es el retorno de los que plantean planes de alfombra roja a emprendedores y locos de amor a los negocios y mueren en los despachos sumidos en entre las presentaciones de proyectos y reformas, entre papeles y certificados.