Desde tempranas horas de la mañana, los habitantes de Morales se congregarán en la Iglesia para acompañar a la Virgen en su procesión hacia la pradera, donde el Cristo de Morales aguarda su llegada.
El ambiente se llena de emoción y solemnidad cuando las autoridades locales reciben a la Virgen con el toque de campanas y el himno nacional, marcando así el inicio de las festividades. El Obispo de Zamora, junto con representantes civiles y militares, se unen a la comitiva en su camino hacia la ermita, donde el Cristo de Morales espera para ser venerado en su día especial, el 9 de mayo, coincidiendo con el Día de Europa.
La celebración religiosa da paso a una jornada festiva repleta de alegría y camaradería. La Pradera se convierte en un hervidero de actividad, con jarras de vino, tortillas y la tradicional gastronomía local como protagonistas. El lleno total en la pradera refleja la profunda conexión de los moralinos con esta tradición arraigada.

Entre hinchables, actuaciones y una amplia variedad de actividades, la pradera se transforma en el epicentro de la vida social de la ciudad. Es un día para disfrutar en familia, reencontrarse con amigos y celebrar la identidad y la cultura de Morales.
El bullicio y la alegría inundan cada rincón, haciendo que sea difícil encontrar espacio tanto para estacionar como para disfrutar de las delicias culinarias y los entretenimientos ofrecidos. Las rosquillas tradicionales son el complemento perfecto para esta jornada de fiesta y tradición.
En definitiva, el Día del Cristo en Morales es mucho más que una celebración religiosa; es un momento de unión, alegría y comunidad, donde se fortalecen los lazos entre los habitantes y se honra a una de las figuras más emblemáticas de la provincia de Zamora