Este sábado miembros del centro social de La Molinera y de la Coordinadora Antifascista de Zamora se han reunido en la capital del Duero para manifestar su rechazo a la actividad de la empresa Zángano Inversiones, quienes buscan comprar el inmueble en el que se emplaza el centro social vallisoletano.
En este sentido, desde el centro social han mostrado su apoyo a la provincia de Zamora, solidarizándose con las dificultades por las que pasa la ciudad, especialmente después de los incendios de la Sierra de la Culebra.
Sin embargo, apelan a que la empresa local, Cobreros Gil, frenen su intención de participar en la compra del inmueble de la mano de Zángano Inversiones. Además, se ofrecen para mantener una reunión con la empresa para poder hablar la situación y explicar así la importancia que tiene La Molinera en la sociedad vallisoletana.
Manifiesto íntegro de La Molinera
Desde el Centro Social La Molinera hemos querido desplazarnos hasta esta hermana ciudad para compartir con la sociedad zamorana lo siguiente:
El CSO La Molinera es un proyecto comunitario, social y cultural que ha alcanzado una gran referencialidad para la ciudad de Valladolid durante sus cuatro años y medio de actividad. Se ubica en una antigua fábrica de harinas, en un edificio que fue declarado como Bien de Interés Cultural en 1991 y que se ha convertido en un elemento arquitectónico y patrimonial muy querido por los vecinos de la ciudad, al ser uno de los escasos bienes inmuebles relacionados con la industria harinera de Valladolid.
Desgraciadamente, este edificio industrial ubicado sobre el Canal de Castilla se transformó en un hotel de cinco estrellas entre múltiples irregularidades -que fueron juzgadas en el conocido Caso PGOU- y con financiación público-privada. Queremos señalar de nuevo que se destinaron más de 200.000 euros de los fondos FEDER, fondos que la Unión Europea destina a corregir desequilibrios económicos entre regiones y a potenciar áreas deprimidas del continente, para poner en marcha este lujoso hotel en Valladolid, el único de cinco estrellas. Visto desde la situación en la que se encuentra Zamora, el destino final de estos recursos resulta un agravio absolutamente vergonzoso.
Entre 2006 y 2016 este lugar funcionó como establecimiento hostelero, hasta que el 1 de enero de 2017 fue clausurado de la noche a la mañana, quedando sus trabajadores/as en la calle y sin cobrar varias nóminas. Durante un año y medio el edificio quedó abandonado, siendo totalmente vandalizado, saqueado y parcialmente incendiado. Fue en el verano de 2018 cuando un grupo de jóvenes vallisoletanos entraron en el edificio, lo limpiaron, lo rehabilitaron y dieron comienzo al proyecto de La Molinera.
En estos cuatro años y medio se han acogido cientos de actividades, conferencias, encuentros y talleres de todo tipo (culturales, deportivos, lúdicos, formativos, sindicales...), organizados por la asamblea de La Molinera o por los colectivos y vecinos/as que las proponen, todo siempre sin ánimo de lucro ni enriquecimiento económico personal para nadie. Entre las últimas iniciativas que se venían impulsando desde el centro se encuentra una despensa solidaria, con la que ya se estaba ayudando a 50 personas con alimentos, artículos de higiene y vestimenta. Pero todo este proyecto se encuentra ahora bajo una seria amenaza, tras ser comprada la titularidad del inmueble por una empresa con sede social en Zamora.
Se trata de la empresa Zángano Inversiones, constituida hace apenas un par de años y cuya finalidad es la compraventa de bienes inmuebles. Este fondo de inversión está vinculado al holding empresarial Cobreros Gil, conocido sobre todo por la producción de quesos y otros derivados lácteos, estando situada su fábrica principal en el municipio de Castrogonzalo, junto a Benavente.
La adquisición del edificio que alberga la Molinera (más de 3.000 metros cuadrados) se hizo por un millón de euros, un precio de auténtica risa para un inmueble de estas características; apuntemos, a modo de comparación, que un piso de 100 metros cuadrados en el centro de Madrid puede ascender a similar cantidad. La compra se le hizo a un gran fondo buitre de capital internacional, que era la antigua propietaria, y se hizo a ciegas. Nadie de esta empresa ha visitado el edificio, ni sabe en qué condiciones se encuentra realmente; simplemente se presentó una ganga y Zángano Inversiones puso el dinero necesario.
Llegados a este punto, queremos aclarar una cuestión. Desde La Molinera manifestamos nuestro pleno respaldo a la sociedad zamorana en sus reivindicaciones de futuro para la provincia, apoyando a su economía productiva que sirve para fijar población; especialmente aquellas empresas vinculadas con la transformación agroalimentaria que se ubican en el medio rural y que emplean a vecinos de pequeños municipios, o que compran sus productos a los ganaderos y agricultores de la zona.
De entrada, no tenemos nada en contra de la entidad Cobreros Gil, ni mucho menos queremos perjudicar de manera alguna a los trabajadores de las factorías del grupo o a los transportistas. Zamora es una provincia que ya afronta un importante número de dificultades: despoblación, envejecimiento, éxodo de su juventud, desindustrialización, falta de infraestructuras, pérdida de consultorios y dotaciones escolares, etc. y que ha sido sistemáticamente maltratada por la Junta de Castilla y León y por el Estado. Buen ejemplo de lo poco que les importa el porvenir de Zamora son los incendios que este pasado verano arrasaron 70.000 hectáreas en la Sierra de la Culebra cobrándose cuatro vidas (Ángel Martín, Victoriano Antón, Eugenio Ratón y el brigadista Daniel Gullón), y cuya investigación se ha archivado, saldándose este desastre sin responsables en la Consejería de Medio Ambiente ni en ninguna otra instancia. Aprovechamos para adherirnos a la indignación y al dolor de los bomberos forestales que arriesgaron su vida por salvaguardar la riqueza ecológica de nuestros montes y el medio de vida de nuestros pueblos.
Partiendo desde esta sensibilidad, planteamos el daño que podría hacerle a la imagen de este consorcio empresarial la decisión de dedicarse ahora a actividades financieras puramente especulativas, como parece ser que es la que están iniciando en Valladolid con la adquisición del mencionado inmueble. Por nuestra parte, estamos en la obligación moral de defender hasta las últimas consecuencias el proyecto de La Molinera, en el que cientos de personas hemos invertido tanto tiempo, recursos y esfuerzos para constituir un pulmón democrático y autónomo para la ciudad de Valladolid.
Creemos que es plenamente legítimo y necesario solicitarle a esta empresa y a su administrador único, Rodrigo Cobreros Gil, que explique a la opinión pública cuál es su proyecto para el edificio. Las personas que apoyamos este proyecto y/o participamos en él, merecemos saber en base a qué se pretende destruir el proyecto social y cultural comunitario que se impulsa desde La Molinera. Porque Molineras, en nuestra maltratada y expoliada Comunidad, se cuentan con los dedos de una mano, mientras que existen decenas de edificios vacíos y abandonados.
Queremos señalar también que desde el Centro Social deseamos entablar conversación con la empresa, y en ese sentido les emplazamos.
Por último, queremos agradecer al activismo zamorano, sensible con la causa de La Molinera, por habernos arropado durante esta mañana. Nos une el Duero, nos une la Meseta; nos une el trigo, el queso y el vino; nos unen los mejores episodios de nuestras luchas colectivas, como la Revolución Comunera o los Motines del Pan. Hoy nos ha unido aquí de nuevo la defensa de los espacios de organización popular.