Los zamoranos, pese a llegar a ir siete abajo mediada la segunda mitad, apretaron hasta el final y pusieron en aprietos a un Sinfín que se vio obligado a pedir tiempo muerto para frenar la ofensiva pistacho en los últimos segundos.
Al Balonmano Zamora se le acabó la racha impoluta frente a Sinfín en Copa del Rey, pero los cántabros de Asobal sufrieron mucho, especialmente en la primera mitad cuando no supieron frenar los ataques zamoranos que mandaron prácticamente siempre en el electrónico, aunque sin escaparse.
El aspecto del pabellón, menos lleno que en otras ocasiones pero tan ruidoso como siempre, animaba a los suyos que, dividiendo minutos entre todos sus hombres para no sobrecargar a ninguno de cara al encuentro frente a Valladolid, conseguían romper una y otra vez la defensa santanderina que veía como la inspirada noche de su cancerbero les pemritía seguir en partido.
Únicamente Pablo Paredes era capaz de superar a los centrales zamoranos por altura y con lanzamientos colocados a la escuadra que hacían imposible las paradas de Leo Maciel. Al descanso, tras unos minutos finales en los que Sinfin pareció encontrar su mejor balonmano, se llegó 14-14.
Y en el inicio del segundo tiempo llegaron los peores minutos zamoranos, que cometieron algún error de precipitación en ataque, marraron demasiados lanzamientos y sólo fueron capaces de ver puerta en tres ocasiones en los primeros quince minutos. Eso, unido a que Balonmano Sinfin encontró su mejor juego ofensivo, fue decantando la balanza del lado visitante con ventajas que rondaban entre los cinco y los siete goles.
Siempre le queda la épica a este equipo, que encontró primero a Jortos en defensa, volviendo tras la lesión, y después a Alberto Molina en la dirección, para que Ángel Nieto y jugadores creyeran en la posibilidad de la remontada y fueron ajustando el marcador hasta que los visitantes pidieron tiempo muerto para evitar un pasivo que, con un minuto por jugar, hubiera puesto en dificultades la victoria, que finalmente quedó en sus manos.