No hubo ascenso, pero sí una victoria emocional que quedará grabada en la memoria del deporte zamorano. Los jugadores del Balonmano Zamora regresaron a casa tras una intensa fase de ascenso en Córdoba, donde el equipo rozó el sueño de subir de categoría, y fueron recibidos como auténticos héroes.
La Ciudad Deportiva de Zamora fue el punto de encuentro de una afición que, lejos de lamentarse por la derrota, decidió volcarse con su equipo. A su llegada, el autobús del equipo fue rodeado por decenas de seguidores que corearon cánticos, aplaudieron y mostraron pancartas de agradecimiento por el esfuerzo desplegado durante toda la temporada.
Pese a que el objetivo deportivo no se alcanzó, el recibimiento fue una muestra clara del profundo vínculo entre el club y su ciudad. Durante tres días de competición, el equipo luchó con entrega y determinación, quedándose a escasos pasos del ascenso. Sin embargo, el regreso a casa no fue amargo: fue una celebración del compromiso, la pasión y el orgullo de vestir la camiseta pistacho.
Jugadores visiblemente emocionados agradecieron el gesto y compartieron abrazos con los aficionados. Desde el cuerpo técnico hasta el último integrante del vestuario, todos destacaron la importancia de ese apoyo en los momentos difíciles.