Yo también soy culpable
Es muy fácil cerrar los ojos para no ver las lágrimas de otros. Veamos algunos ejemplos.
Una investigación del periódico ingles The Guardian descubre una fuerza laboral mal pagada y desnutrida, algunos de los cuales se ven obligados a dormir en las calles, explotados por un sistema de proveedores de mano de obra. Dicha investigación ha descubierto que los trabajadores de la industria del champán de Francia están mal pagados y se ven obligados a dormir en las calles y robar comida para evitar el hambre.
Los trabajadores de África Occidental y Europa del Este en la ciudad de Épernay, donde se encuentran las sedes de algunas de las marcas de champán más caras del mundo, incluidas Moët & Chandon y Mercier, afirman que no se les paga por su trabajo o que los viñedos cercanos a la ciudad les pagan mal ilegalmente.
The Guardian encontró a trabajadores de la ciudad durmiendo en las calles o en tiendas de campaña, ya que los viñedos no les proporcionaban alojamiento. Otros trabajadores que se alojaban en un pueblo cercano dijeron que se habían visto obligados a robar comida a la población local, ya que no tenían dónde comprar provisiones. El año pasado, se enviaron 300 millones de botellas de champán de los viñedos del norte de Francia a todo el mundo, generando 6.000 millones de euros en ingresos.
Los sindicatos culpan a los viñedos de seguir aceptando ciegamente la mano de obra barata y al sector en su conjunto de no prohibir a los proveedores de mano de obra explotadores. Dicen que algunos propietarios de viñedos intentan justificarse argumentando que están “ayudando a los inmigrantes africanos” dándoles trabajo, aunque esté mal pagado.
“Es avaricia. Las uvas se venden a 10 o 12 euros el kilo (8-10 libras esterlinas), así que es chocante tratar a la gente tan mal”, dice José Blanco, secretario general del sindicato Confederación General del Trabajo (CGT) en la región de Champaña. “Los ven como máquinas y no como seres humanos”.
Las autoridades brasileñas han detenido la construcción de una fábrica para el gigante chino de vehículos eléctricos BYD, alegando que los trabajadores vivían en condiciones comparables a la "esclavitud". Más de 160 trabajadores han sido rescatados en el estado de Bahía, en el noreste de Brasil, según un comunicado de la Fiscalía Pública del Trabajo (MPT). Supuestamente fueron colocados en un entorno "degradante" y una empresa constructora les retuvo sus pasaportes y salarios.
La fábrica estaba programada para estar operativa en marzo de 2025 y estaba destinada a ser la primera planta de vehículos eléctricos de BYD fuera de Asia,.BYD, abreviatura de Build Your Dreams, es uno de los mayores fabricantes de vehículos eléctricos del mundo.
Los principales mercados, como Estados Unidos y la Unión Europea, han impuesto aranceles a los vehículos eléctricos procedentes de China, y se espera que se impongan más aranceles durante la administración entrante del presidente electo estadounidense Donald Trump.
¿Y si tu ropa estuviese cosida por niños esclavos?
Aunque quiera ocultarse, no es un secreto que las grandes marcas de textiles explotan a personas. Se lleva oyendo toda la vida información al respecto, pero no hay nada como no querer escuchar para no sentirte tan culpable. Siempre se dice “No puede ser cierto, eso sería demasiado cruel para ser verdad”. Aunque recordando todas las atrocidades que el ser humano ha cometido contra su propia especie, queda claro que la esclavitud ha formado parte de nuestra historia y que no es tan utópico pensar que podría seguir pasando. No hay más que mirar las etiquetas para encontrar “Fabricado en Camboya”. Se sabe que las marcas implicadas son aquellas que la gente compra cada día: Primark, H&M, Zara, Stradivarius, Mango, Lefties, Bershka, Pull & Bear, Oysho,… O incluso marcas que se recomiendan por sus productos de cocina y hogar, como El Corte Inglés y Zara Home … Y no sólo eso, es fácil descubrir que la inmensa mayoría pertenecían a un mismo grupo: INDITEX, el grupo textil de Amancio Ortega.
En comparación con los últimos años, el precio de las prendas de ropa ha bajado tanto que podemos permitirnos comprar y tirar constantemente. A partir de aquí surgió el concepto “Moda Rápida”: producción y consumo masivo. Pero ¿Por qué ahora pagamos menos por las prendas? ¿Por qué sale más barato producir una prenda a más de 10.000 km que en tu propio país? La respuesta es muy simple: porque las prendas se producen en países donde los derechos humanos se vulneran constantemente, dónde el salario mínimo es un insulto a la supervivencia, dónde el trabajo infantil no es perseguido y dónde se hacen recortes en seguridad para poder abaratar aún más la producción.
Pero no sería justo hablar solamente de INDITEX, H&M, El Corte Inglés o Primark. Son muchas más las que se encuentran en la lista de marcas vinculadas con la mano de obra esclava o explotación infantil. Según la Fundación Melior y “El Libro Negro de las Marcas” de Klauss Werner y Hans Weiss, marcas internacionales como Nike, Adidas, Mc Donalds o Nestlé estarían de una manera u otra vinculada con la explotación humana. También se podría señalar las evidencias que vinculan estas marcas con la explotación animal, por el uso de pieles, aceite de palma, carnes u otros productos de origen animal.
Apuntan que, en la Fábrica de Formosa, de Adidas, las trabajadoras eran en su mayoría menores de edad. Cosían 80 camisetas por hora por 9€ el día y sin opción a baja por enfermedad. Por otra parte, según los testimonios de una trabajadora de las fábricas de Camboya, pueden llegar a trabajar 12 horas consecutivas por 140 dólares al mes, trabajando de lunes a sábado y sin derecho a vacaciones.
Pero la India, Bangladesh o Camboya no son los únicos países asiáticos que sufren la esclavitud de la industria textil, también se apunta a China y Tailandia. Por otra parte, en Marruecos, en el continente africano, las condiciones laborales son igual de deplorables que en el resto de los países: sin derecho a bajas por enfermedad o embarazo, obligados a trabajar horas extra, sin luz, sin ventilación.
Yo también soy culpable. Así son las cosas ¡Feliz Navidad!
Un artículo de Antonio Gallego
Zamora, diciembre 2024