In memorian

In memorian

Siempre que ocurren accidentes en montaña, se levanta un grupo de "personas" para clamar contra los alpinistas y su loca forma de "suicidarse". Valga esta carta imaginaria para mostrar mi opinión al respecto.

Papá..., ¿Mamá no ha vuelto de la montaña?
No hija. Mamá se quedó allí. Descansando. Se quedó en el sitio que amaba. En el lugar que le hacía estar viva. Se quedó velando por la vida de otros que volverán cada día a sentirse vivos, en el mismo lugar donde tu madre disfrutaba de la misma vida que hoy le fue arrebatada.

La montaña ni da, ni quita. Simplemente está. Somos nosotros, los que con nuestros actos hacemos de esos lugares templos para nuestro desarrollo humano. Y desgraciadamente, a veces, algunos no vuelven. Como tu madre.
Pero no estés apenada. Recuerda la ilusión con la que tu madre vivía cada día, con la ilusión que desprendían sus ojos cada vez que hablaba de "sus montañas", de la expresión de felicidad de su rostro cada vez que volvía de ellas. Recuerda siempre hija, las lecciones de humildad que tu madre te recordaba cada día, los valores que te inculcaba y el respeto que sentía por la montaña.

Escucharás hija, comentarios de personas acomodadas en sus sillones, llamando locos a los que, como tu madre, preferían morir en la montaña a morir poco a poco intoxicados por el óxido de la ignorancia, por los vapores del alcohol o entre hierros en cualquier carretera, cualquier fin de semana.

Escucharás hija, comentarios desproporcionados de personas desproporcionadas, quejándose de los gastos que generan al erario público los rescates en montaña, pero que alegremente vitorean los macro botellones subvencionados por las arcas públicas, los gastos en seguridad de los partidos de futbol de "alto riesgo" o las operaciones para "garantizar la seguridad" en las carreteras.

Escucharás hija, vociferar a los amantes del "tumbing" y el "silloning", llamando locos a los que como tu madre, amaban la naturaleza y simplemente querían sentirse vivos durante unas horas, sin molestar, sin increpar, sin insultar, sin avasallar...Pero no les hagas caso hija, ni siquiera les tengas en cuenta sus insultos. Ellos ya están muertos, pero no lo saben. Comenzaron a morir hace tiempo. Muchos de ellos nacieron muertos, pero no lo saben. Respeta siempre a tus semejantes como te enseñó tu madre y recuerda que la montaña siempre estará allí. Dispuesta a recibir a sus hijos.
Pero recuerda también que la montaña no permite errores, no saca tarjeta roja, no te deja tres partidos sin jugar, ni te quita puntos del carnet de conducir. La montaña tampoco te quita la vida, ni te la da. Simplemente te ofrece un lugar donde crecer y a veces..., un lugar donde descansar. Eternamente.

Tu madre se quedó en la montaña, querida hija. Pero siempre podrás visitarla allí, entre sus altas cumbres, entre sus cerros y cuchillares. Su espíritu se unió a sus picos, a sus neveros. Cada vez que pises la montaña podrás sentir como tu madre vela por ti. No lo olvides. Los que se quedan en la montaña no mueren..., se quedan para formar parte de ese espíritu universal del que todos formamos parte. Se quedan para acompañar a los montañeros perdidos, para velar por todos nosotros, para velar por ti.

¿Escuchas el viento que viene de la montaña? Tu madre forma ya parte de él. No lo olvides hija y perdona...

D.E.P. Todos aquellos que dejaron su vida en las montañas, en busca de un sueño...