La vida, como el fútbol, te enseña en muchas ocasiones que hay personas y momentos imborrables. Partidos de vuelta que nos permiten resarcirnos de los errores del pasado y mostrar que no todo se consigue a la primera, a la segunda o a la decimotercera vez.
David Movilla se despide de un Zamora Club de Fútbol en la parte baja de la clasificación, con dudas de juego y de jugadores. Una situación nada cómoda para uno de los mejores (o el mejor) entrenador con la que ha contado esta entidad en sus 52 años de vida.
Cerrar etapas no es fácil, todo el mundo lo sabe y más en un deporte como el fútbol donde el pasado se olvida muy pronto. El técnico de Barakaldo ha tenido que salir por la puerta de atrás para dejar paso a un nuevo proyecto, a una nueva forma de ver el fútbol en las oficinas del Ruta de la Plata.
Lejos parece que quedan los logros cosechados por un entrenador que cogió a un Zamora CF en Tercera, y tras dos intentos, a la tercera fue la vencida. En Palencia se hizo historia consiguiendo un ascenso necesario a Segunda B y con el que llegó otro temporada única, post pandemia y con restricciones.
El conjunto rojiblanco se plantó en un grupo con equipos como Deportivo de la Coruña, Pontevedra, Guijuelo, Unionistas o Rácing de Ferrol, donde demostró su valía y consiguió un nuevo hito, volver ascender de categoría (lo que sería Primera RFEF) y buscar por sexta vez el ascenso al fútbol profesional.
En Almendralejo no se consiguió un nuevo ascenso, pero toda Zamora reconocía la labor de un entrenador vasco, que había puesto los mimbres de un conjunto temible y con garra por bandera.
Pero llegamos al curso actual, donde los cambios de plantilla y los malos resultados han abocado a un adiós precipitado, a una despedida que muchos no deseaban pero que tuvo que suceder.
Tras todo el legado rojiblanco, solo queda dar las gracias, gracias David Movilla.