Opinión

Que no nos roben nuestra historia

photo_camera Monolio al Maestro Haedo, con el medallón sustraído, obra de Julio Mostajo

"Lo que parecía una moda pasajera se ha convertido en un robo colectivo a esta ciudad y a su memoria, en un insulto a las personas que la hicieron grande".

Lo que en diciembre parecía una moda pasajera de robar tiradores y embellecedores de puertas ha dado paso a un caso claro de una red organizada de ladrones que sustraen bronce de edificios privados y monumentos públicos para su venta en el mercado negro.

A las denuncias ya presentadas en Comisaría hay que sumar las que cada día escriben numerosos internautas en las redes, que cuentan cómo las viviendas de la capital están siendo forzadas o cómo han desaparecido elementos de bronce de sus fachadas.

Por si poco fuera, los ladrones, que no respetan nada, están robando el bronce de los monumentos más significativos del casco antiguo. En la primera semana de enero sustrajeron el medallón y la placa del monolito en homenaje al Maestro Haedo, obra de Julio Mostajo, y las guirnaldas y letras del monumento a Fray Diego de Deza, además de forzar el cofrade de la casa-hermandad de la Real Cofradía del Santo Entierro y la recién inaugurada placa en homenaje al poeta Jesús Hilario Tundidor, obra de Ricardo Flecha.

Esta vez ha sido en la estatua a sor Ignacia Idoate, aquella Hija de la Caridad que caló hondo en el corazón de los zamoranos por su labor al frente del Hospicio. Esta mañana la estatua, obra de Antonio Pedrero, aparecía sin las dos placas de bronce que explicaban la labor del personaje y el motivo de la deuda contraía por los zamoranos con la monja a la que los niños que un día fueron hospicianos recuerdan aún con emoción y cariño.

Pero los ladrones no saben del respeto, ni del cariño, ni de las deudas de honor que Zamora paga con los suyos inmortalizándolos en bronce con un monumento en la ciudad. Las estatuas de Zamora, las obras de arte que han erigido en la calle sus artistas, se han convertido en "carne de cañón" para estas bandas organizadas y los ciudadanos reclaman mayor vigilancia ante los monumentos de bronce, que siguen apareciendo expoliados.

Lo que parecía una moda pasajera se ha convertido en un robo colectivo a esta ciudad y a su memoria, en un insulto a las personas que la hicieron grande y en una indignación ciudadana que reclama ya, a través de las redes sociales, mayor vigilancia en los monumentos que sean susceptibles de ser expoliados. Basta ser un buen paseante para tener en mente el censo de las estatuas de la capital.

Zamora siempre ha presumido de ser una ciudad tranquila, que lo es, y de la eficiencia de sus fuerzas y cuerpos de seguridad, que velan a diario por los ciudadanos. Pero los hechos del último mes demuestran que la vigilancia no es suficiente ni efectiva ante esta ola de robos, que detrás de los hechos hay ladrones profesionales y organizados y que ni las viviendas ni el patrimonio de todos los zamoranos está seguro.

Zamora y las gentes que la hicieron grande no merecemos ni un robo más. Aumenten la vigilancia en las calles, protejan nuestras casas y nuestros monumentos y castiguen a los culpables de robarnos a todos un pedazo de nuestra historia.

 

Comentarios