Opinión

Aquellos capitanes de abril

photo_camera "Hoy, 25 de abril, un clavel rojo se posa siempre sobre mi teclado..."

Fue ahí al lado, tan cerca. Sonaba la voz de José Afonso en la radio y el pueblo se echó a la calle. Y de los fusiles de los militares brotaron claveles y Portugal, nuestra tierra hermana, clamó por su libertad, por su derecho a ser, a hablar, a reivindicarse, a vivir en paz.

Han pasado cuarenta años. Pienso en aquellos hombres y mujeres que dieron una lección desde su pequeño país al mundo. En aquellos capitanes de abril que cambiaron las flores por las balas, el abrazo por la guerra, la libertad por la mordaza. En la emoción que me embarga cada vez que escucho el "Grandola Vila Morena" que es el himno más hermoso a la alegría de vivir, a la convivencia, a la tolerancia, a una revolución de todos y para todos.

Ese himno que tantas veces he cantado en tascas y tabernas con el corazón en alto, la copa en lo alto, mascando la dulzura de la lengua portuguesa, celebrando, soñando, honrando a quienes hicieron posible el milagro de la libertad para un país oprimido. Cantigas do Maio en el tramo final de abril.

Y ahora, con el paso de los años, pienso en cómo los gobernantes han prostituído aquella fuerza del pueblo, aquel sueño de libertad, de igualdad, de democracia hombro con hombro, de claveles en las bocas de los fusiles. Cómo han hipotecado a nuestros hermanos portugueses, igual que han vendido a este país nuestro que supo enterrar heridas de guerra, izquierdas y derechas, y construir una democracia sobre cuarenta años de dolor y de silencio para ensuciarlo después con trapicheos, mangoneos y escándalos de guante blanco que nos han dejado tiritando con el país como un solar.

Hoy, 25 de abril, un clavel rojo se posa siempre sobre mi teclado en recuerdo de aquellos fusiles de los que brotó la primavera, que sembraron de libertad las calles y los corazones, que hicieron florecer la vida y la esperanza ahí al lado, tan cerca, en nuestra tierra hermana. Sonaba Grandola Vila Morena como suena ahora, mientras escribo.

(Y ésta va por ti, libertad, porque te quiero tanto. Brindo por ti, Portugal, y por quien tantas veces lo cantó a mi lado, conmigo)

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