Zamora, la ciudad de las mil y una... obras: ¿un sueño sin fin?
En lugar de ver el paisaje urbano, los zamoranos tienen el privilegio de presenciar un desfile interminable de excavadoras, vallas de obra y señales que nos recuerdan a cada paso que el futuro de Zamora es humano… pero, ¡poco a poco!
Las obras de la eterna humanización
Comencemos nuestro tour con la Avda. Requejo, y Cardenal Cisneros, las auténticas viagras de la ciudad. Y no, no estamos hablando de un producto milagroso, sino de la obra que da “levante” al centro de la ciudad a base de picar quitar bordillos y rascar el asfalto. Eso sí, si alguna vez has querido ver lo que es un campo de minas, te recomiendo dar un paseo por allí.
El “plan de humanización” sigue su curso, aunque las máquinas de momento no han humanizado mucho a los peatones, que deben sortear los escombros con la misma destreza que un superviviente de un apocalipsis.
Un escenario digno de otro Escorial
Y si pensabas que la cosa no podía empeorar, basta con acercarse a la calle Villalpando y las intersecciones con Cardenal Cisneros. Entre agujeros, baches y una obra que parece más un rompecabezas, la imagen es tan surrealista que ni el mismísimo Escorial podría compararse. Si el santo Cardenal Cisneros levantara la cabeza, seguro que no entendería nada. “¿Una rotonda aquí? ¿Con tantas idas y venidas?”, se preguntaría, mientras trata de decidir si se parte de risa o de rabia.
El eterno Puente de Piedra y sus compañeros de aventuras
Si nos dirigimos al Puente de Piedra, esa obra que casi nunca llega a su fin, aunque parece que finalmente vemos una luz al final del túnel… pero, ya hace más de un año desde que se empezó, habrá que darse cuenta de que en Zamora no se hace como en la Castellana en Madrid, que no es el caso vaya pero que yo la he visto asfaltar en día y medio. Aquí nos encontramos con otro ejemplo de la eterna paciencia zamorana. Puente de Piedra en vías de finalizar, claro, pero sin olvidar que al Centro Cívico aún no sabemos qué le pasa, el Conservatorio sigue siendo otro “qué tal baila” y el Mercado de Abastos, en dos años, lo tendremos... o no, según lo veamos, el Museo de Semana Santa que tendría que...bueno tenía que haberse empezado hace un año y mira que han sido veces las que han mostrado apoyo y han dicho que ponen políticos y politicos...pero a la hora de hacer, como siempre prometido y metido. Luego hablamos del Museo de Lobo, el Banco de España y el parque de bomberos...
Todo un mix, ahhh y la muralla, pero todo no es culpa del alcalde que conste...no vayamos a crucificarlo antes de que llegue la Semana Santa. Al menos las 3 Cruces se libran hasta después pero ojo no estén listas "pa los ajos".
El Plan de Aguas: un viaje interminable por el asfalto
A este paso, el plan de Aguas es el proyecto que nunca termina. Tres Cruces, Pablo Morillo, Amargura y sus calles vecinas siguen soportando el ajetreo de las máquinas, como si de un cruel sacrificio se tratara. También en Entrepuentes del lado de la otra margen la izquierda la de Pinilla, no olvidemos el corte y los agujeros. Mientras tanto, nosotros, los sufridos ciudadanos, seguimos con la esperanza de que, algún día, podamos caminar por ahí sin tener que saltar charcos o esquivar agujeros más grandes que las ilusiones que nos hemos hecho con cada anuncio de la “finalización” de las obras. Obras necesarias todas que conste que entendido está pero que en la celeridad no está el máster de esta Bien Cercada, bien cercada por las obras, que los pobres paisanos de los pueblos temen y ya ni vienen a comprar al Carrefour o a los Mercadonas ...que pena.
¿Lo bueno de todo esto?
Lo bueno es que, mientras tanto, nos quedan los pulmones verdes de Valorio y Tres Árboles. ¡Sí! Esos rincones naturales que siguen intactos, donde el aire es fresco y el asfalto no ha llegado… aún. Estos espacios naturales, lejos de las garras de las excavadoras, siguen siendo un respiro para los zamoranos, quienes, al menos, pueden escapar del asfalto y las vallas de obra.
Así que, mientras la ciudad se transforma, al menos no podemos decir que hemos perdido nuestros pulmones verdes. Casi mejor no dar ideas ni nombres que todo se pega y son capaces de urbanizar los espacios verdes, porque al parque de León Felipe media hectárea le han quitado con tanta acera. Lo mismo hay manifestaciones por esas aceras que seguro ahí por mucho zamorano que pasee no se toca ni de coña.
¿Nos humanizaremos algún día?
Al final, la gran pregunta es si este sacrificio merecerá la pena. ¿Cuándo veremos la luz al final del túnel, el fin de las obras y el inicio de la verdadera "humanización"? Tal vez lo vivamos en nuestras próximas vidas, o cuando, por fin, se decidan a levantar las vallas de obra. Hasta entonces, lo único que sabemos con certeza es que, mientras tanto, podemos disfrutar del espectáculo de la ciudad de las mil y una obras, con sus calles que, como las de un juego de rol, siempre nos dejan un poco más lejos del “fin”.
Todo esto ironicamente escrito sea para que quien tiene que darse prisa se la de, quien tenga que firmar documentos que impliquen premura lo hagan, y que quien tenga que trabajar lo haga pensando en que la vida de una ciudad de provincia de la España Vaciada, puede vaciarse aún más si no se avía.
Recordemos que el peor enemigo de los zamoranos somos nosotros mismos, menos mal que las obras no las hacemos los de aquí porque entre pitos y flautas quizá esto fuera la torre de Babel aunque hablemos el zamorano de cuzo, herrada, mamola, etc etc... Menos mal que estamos en el 50% de la obra...y menos mal que nos queda Portugal...
Que nos pillen confesados y que la Semana Santa sea la que necesitamos, para que al menos el comercio saque un poco la cabeza arriba, la hostelería lo mismo...y quien sabe, quizá de esta nos humanizamos de verdad.