La Misa del Gallo abre la Navidad en Zamora con un mensaje de esperanza y cercanía

Misa del Gallo en Zamora
Mons. Valera ha puesto también el acento en la fuerza transformadora del Niño Dios, una vida aparentemente pequeña que ha cambiado la lógica del mundo, ha cuestionado los miedos y ha abierto un horizonte nuevo de esperanza

La Diócesis de Zamora acaba de celebrar la tradicional Misa del Gallo en la iglesia de San Ildefonso, una celebración presidida por el obispo, Fernando Valera. Numerosos fieles se han congregado para celebrar el nacimiento del Señor en esta noche santa que ha abierto la solemnidad de la Navidad.

Durante su homilía, el obispo ha invitado a la comunidad diocesana a contemplar el misterio de la Encarnación desde la paradoja de un Dios que, siendo todo, ha querido hacerse pequeño, cercano y vulnerable. A partir del canto del Gloria, mons. Valera ha subrayado que la gloria de Dios no se ha manifestado únicamente en la grandeza y la lejanía, sino también —y de manera especial— en el suelo humilde del portal de Belén, en la pobreza, en la debilidad y en las periferias de la vida.

El prelado ha recordado que el nacimiento de Jesús ha sido la expresión más radical del amor de Dios por la humanidad: un amor que se ha hecho concreto en cada persona, especialmente en los últimos, en los pobres, en los que no cuentan y en quienes han vivido situaciones de soledad, dolor o sufrimiento. En este sentido, ha afirmado que Dios ha creído en el ser humano hasta el punto de hacerse uno de nosotros, destacando que esta fe de Dios en la humanidad ha interpelado personalmente a cada creyente.

Mons. Valera ha puesto también el acento en la fuerza transformadora del Niño Dios, una vida aparentemente pequeña que ha cambiado la lógica del mundo, ha cuestionado los miedos y ha abierto un horizonte nuevo de esperanza. En Jesús, nacido en Belén y presente hoy en cada acontecimiento de la vida, Dios se ha hecho Palabra, Espíritu dador de vida y presencia real en medio de las ausencias y fragilidades humanas.

En el contexto de la noche de Navidad, el obispo ha recordado que esta Pascua celebrada en la humildad del pesebre ha señalado ya el camino del Evangelio: la pequeñez como senda, el portal como destino, la cruz como equipaje y la vida definitiva como sentido último de la existencia cristiana. Todo ello ha sido una invitación a vivir con esperanza incluso en medio de la oscuridad y del sufrimiento que ha atravesado el mundo.

Con esta celebración, la Iglesia diocesana renueva su fe en el misterio de la Encarnación e inicia el tiempo de la Navidad como una oportunidad para acoger el don de Dios que se hace cercano y presente en la vida cotidiana. La Misa del Gallo marca el comienzo de unos días llamados a vivirse desde la alegría, la esperanza y la fraternidad, invitando a todos los fieles a dejarse transformar por el mensaje de paz y de salvación que trae el nacimiento de Cristo.

Misa del Gallo