Luis Miguel Villalpando en capilla
El torero de plata intensifica su preparación en la ganadería de Hermanos Boyano para su compromiso de mañana en el festival-homenaje que le rinde su villa natal.
La Tierra de Campos zamorana es un mar dorado bajo un cielo profundamente azul. Hoy (es miércoles) el aire sopla fuerte y cimbrea las espigas. En la pequeña plaza de tientas de la ganadería de los Hermanos Boyano de Paz se retira a toda prisa la hierba crecida a causa de las copiosas lluvias de los últimos días y las temperaturas suaves. En el silencio del campo, Luis Miguel Villalpando intensifica la preparación de cara a su compromiso de mañana, en el festival homenaje organizado por el Ayuntamiento de su villa natal en el que está acartelado con los diestros que han marcado su carrera, con novillos de Sánchez Arjona. Mañana será un gran día.
En el papel, el cartel es más que interesante para los aficionados, que podrán disfrutar mañana de una tauromaquia clásica y sin tiempo, la de ayer, la de hoy, la eterna: los matadores Antonio Sánchez Puerto, Diego Urdiales y Matías Tejela, y el propio Luis Miguel Villalpando, que ha asumido con gran responsabilidad el compromiso, después de negarse durante años y años a recibir un homenaje y a reaparecer aunque sólo sea por una tarde, recordando aquel novillero que ilusionó a la afición y que un día decidió vestirse de plata y seguir viviendo en torero las veinticuatro horas del día.
Villalpando es tierra de toreros. La cuna del maestro Andrés Vázquez, el torero más grande que ha dado la tierra zamorana. La primera luz de Luis Miguel Villalpando, torero de plata y de ley, profesional íntegro y serio en el ruedo, en los despachos y en la vida. En pleno corazón de la Tierra de Campos se ubica la ganadería de los Hermanos Boyano de Paz, formada con vacas y sementales de Pedraza de Yeltes.
Luis Miguel Villlalpando deja en la plaza aromas de toreo añejo y clásico. Como él lo aprendió y como lo transmite, con una vaca colorada a la que en el capote le cuesta humillar pero que en la muleta muestra un excelente pitón izquierdo, y mucha clase y fijeza, aunque no tiene la virtud del empuje, que le permite dibujar naturales desmayados de mano baja y gran lentitud, un trincherazo de cartel y unos pases de pecho profundos. Torería, se llama.
La vaca tiene un gran fondo y aprovecha suave y templado su pitón izquierdo, relajado y sin apreturas, Antonio Boyano, para dar paso a unos muletazos de gran estética, gusto y empaque de Juan de Dios, un novillero cuyo nombre ya circula en el boca a boca de la afición.
La segunda vaca sale suelta y con más pies y Villalpando echa mano de oficio y conocimiento echándole los vuelos del capote sin tocar. Ésta rebaña más que la anterior por ambos pitones y el viento a veces hace casi imposible ponerse delante, pero termina yendo a más y mostrando sus virtudes y aparecen de nuevo pasajes toreros que ya no se ven en muchas plazas. Muy pausado y asentado, Juan de Dios remata la mañana y dibuja templadas tandas por ambos pitones con la seriedad de quien quiere ser algo en esto y no tiene prisa.
El viento arrecia y el sol del mediodía ilumina los campos mientras vuelve el silencio a la plaza de tientas y a un campo que ya llama al verano perdido entre espigas y palomares. Luis Miguel Villalpando recoge su capote con la vista ya puesta en el festival del sábado, que es mañana mismo.
Luis Miguel Villalpando en capilla, torero de plata, torero de ley.
Galería de fotos de Arturo Delgado