Las puertas de la catedral se abrían a las 10.50 horas de la mañana. Los fieles que no habían podido acceder al interior del templo para participar en la misa de Miércoles de Ceniza, que comenzó a las 10 de la mañana, esperaban con impaciencia la salida del obispo de Zamora, Fernando Valera. Las campanas de la seo anunciaron la apertura de puertas, el prelado alzó la Cruz de Carne hacia los cuatro puntos cardinales y rezó para que la pandemia que lleva un año trastocando la vida de los zamoranos, cese.
En un día nublado pero con buena temperatura, ya a las puertas de la catedral, monseñor Fernado Valera, tuvo que interrumpir por segundos la bendición, embargado por la emoción que le produjo ver a los feligreses tras las rejas del templo y la tristeza por no haber podido compartir con todos los fieles la homilía, que solamente pudieron escuchar 25 personas.
El obispo de Zamora recordaba que, meses antes, en diciembre y en la puerta de la Norte de la seo, el nuncio del Papa le dio a besar la Cruz de Carne, cuya historia se remonta al siglo XIV cuando un monje suplicaba por el cese de la llamada Peste Negra y se le apareció un ángel que le entregó una cruz diciéndole "Accipe signum salutis". El ser alado le aseguró que mientras se conservase la cruz y su veneración, el pueblo por el cual él había suplicado se vería libre de cualquier clase de peste.
El obispo vio por primera vez la reliquia durante su nombramiento. "Me emocionó besarla", reconoció monseñor Valera, como signo del "sufrimiento de tantos hombres de esta tierra". "Son las llagas de Cristo las que besaba y hoy, con este gesto, quiero que bendiga a la Diócesis de Zamora", continuó el prelado.
"Pido el fin de la pandemia y la curación de los enfermos, de las heridas interiores, de los corazones heridos, esperando a mi Dios y que me alcance en mi fragilidad", suplicaba monseñor Valera.
Y animó a los fieles a "vivir una Cuaresma de caridad, para cuidar a los que se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la Covid-19". El obispo solicitó "dar confianza al otro para que sienta que Dios lo ama como un hijo" y "practicar la Justicia". Propuso a los devotos tres pasos: Ayuno, limosna y oración. "Privarse del comer, de todo lo que no favorece el crecimiento interior porque vivimos, en ocasiones, esclavizados de nuestros caprichos, de nuestra tozudez y vanidad", proclamaba, al tiempo que lamentaba que "etiquetamos con mucha rapidez a los demás".
"Despréndete de tu yo engreído", pedía monseñor Fernando Valera para pasar al "respeto". Y "dar hasta sentir daño, darte tú, y dar palabras de alivio que estimulan en lugar de palabras que irritan y que desprecian".
El prelado zamorano habló de esperanza en "este gran hospital de campaña que se ha convertido nuestro mundo" y aseguró que con la bendición de la Cruz de la Carne rendía homenaje a "los que cada día se juegan la vida, a los sanitarios, que tanto bien hacen".
Fuera de la catedral, el enfado de los fieles era evidente. Muchos llegaron a primeras horas de la mañana para poder entrar el templo y recibir la Ceniza, pero tuvieron que quedarse a las puertas ante el límite de aforo de 25 personas. "No entiendo que criterio se sigue", aseguraba una feligresa que lamentaba un número tan reducido en un templo con capacidad para 1.000 personas. "Y luego en el teatro dejan entrar a 40 espectadores, como si aquello fuera más importante que esto", refunfuñaba otra.
Las súplicas al menos se vieron recompensadas tras la bendición de la reliquia de la Cruz de Carne, momento tras el cual se permitió a los fieles entrar en la seo para recibir la Ceniza cumpliendo todas las medidas de seguridad y distancia social.
El obispo anunció que la reliquia se sacará de la catedral todos los Viernes durante la Cuaresma. Dentro de la seo, el Miércoles de Ceniza también se celebró de forma atípica, con un aforo de 25 personas que recibieron la ceniza con cucharita.
GALERÍA DE IMÁGENES El obispo pide el cese de la pandemia con la Cruz de Carne Fotos Marcos Vicente