El agua y el suelo son nuestro futuro, conservarlos depende de nosotros

Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Cada año desde 1984, el 17 de junio se dedica a esta lucha, recordando el día de la realización de la primer Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Este día está dedicado a poner de relieve los riesgos mundiales que entraña la sequía y la escasez de agua, así como los costes sociales, políticos y económicos.

La desertificación es un proceso en el que zonas fértiles se secan a consecuencia de la actividad humana, en el último cuarto de siglo ha aumentado la propensión a la seguía en el mundo y se prevé que, como consecuencia del cambio climático, las sequías afectarán a más zonas y serán más intensas y frecuentes.

La desertificación afecta a más de 100 países, perdiéndose unos 6 millones de hectáreas de tierra productiva cada año. La mala gestión medioambiental en diversos aspectos, es la responsable de esta situación tan dramática que sufre hoy el planeta, como la degradación del suelo y su empobrecimiento que puede llegar a generar conflictos futuros por el control de los recursos y las tierras productivas.

En España el 40% del suelo se encuentra bajo riesgo de desertificación, siendo uno de los países más afectados. El avance del proceso no se ha podido detener pese al compromiso que el gobierno hizo en 1996, adhiriéndose al Convenio de Lucha contra la Desertificación.

Para frenar la desertificación es necesaria la protección de los suelos de los factores que la producen, entre los que se encuentra la erosión que tiene como saldo la pérdida de suelo fértil. En España se pierden 1.156 millones de toneladas de suelo fértil por año, ubicadas principalmente en Castilla-La Mancha, Levante, Murcia y Andalucía.

Otros factores que generan desertificación son el uso abusivo de los recursos hídricos, como la sobrexplotación de los acuíferos, la contaminación química (fertilizantes, plaguicidas, deshechos industriales), la pérdida de vegetación tanto por incendios como por talas para la agricultura extensiva, y el crecimiento de las ciudades.

Es difícil evitar la sequía pero si podemos minimizar sus efectos. Nuestras vidas y nuestras civilizaciones dependen de la tierra. Invirtamos en suelos sanos para asegurar nuestro derecho a la alimentación y al agua dulce.