Editorial | Quince días de fuego, dolor y lecciones pendientes en Zamora

Hoy se cumplen quince días desde que el fuego volvió a arrasar Zamora y su provincia. Y aún no hemos acabado con él.
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 Quince días de angustia, y los que queden, de miedo, de carreteras cortadas y de cielos ennegrecidos por el humo. Quince días en los que nombres como Molezuelas, Puercas, Castromil o Porto quedan grabados en la memoria colectiva de miles de personas que han vivido, de cerca o de lejos, la crudeza de una catástrofe que ha puesto de nuevo a Zamora en el mapa del desastre.

El primer gran incendio en Molezuelas de la Carballeda inauguró esta negra serie con nivel IGR2. Luego llegaron los frentes de Puercas y Castromil, y finalmente Porto, que sigue siendo a día de hoy el más complicado y peligroso. Dos semanas de tristeza y riesgo para las personas y el entorno natural, dos semanas que nos han recordado lo vulnerables que somos frente al fuego y lo caro que se paga la imprevisión.

El balance duele: tres fallecimientos, otros tantos afectados graves por inhalación de humo, miles de evacuados y desplazados. A ello se suma la devastación ambiental de nuestros montes, de la vida salvaje y de paisajes que tardarán décadas en cicatrizar. Y, sin embargo, también hay espacio para el agradecimiento: miles de gracias a quienes siguen luchando en el monte, en los retenes, en el aire y en tierra para devolver la normalidad y proteger lo que aún queda en pie.

Desde Zamora News no podemos quedarnos solo en el lamento. Tenemos la obligación de seguir señalando la verdad: esta tragedia no es nueva. Ya vivimos la de la Sierra de la Culebra, ya hubo avisos de los meteorólogos, ya escuchamos excusas políticas y el cruce de acusaciones. Y pese a todo, volvió a repetirse.

No podemos permitir que la necedad humana y la desidia institucional vuelvan a prender fuego a nuestro futuro. Porque lo que está en juego no es solo el presente, sino el legado que dejamos a nuestros hijos. Hoy, tras quince días de llamas, miedo y pérdida, la nota que obtenemos como sociedad en prevención y gestión es un suspenso. Un suspenso que no podemos aceptar como definitivo.

La naturaleza arde, las personas sufren, y Zamora vuelve a llorar. Que este dolor sea, de una vez por todas, la última lección que nos obligue a actuar con responsabilidad y a no repetir el error.

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