Capitana de tierra adentro
La Virgen del Carmen de la cofradía de San Isidoro recorre las calles del casco antiguo arropada por centenares de cofrades y devotos.
Las campanas de la pequeña iglesia de San Isidoro anunciaban desde primeras horas el día grande de la Señora del Carmelo. La Virgen del Carmen, instalada en su mesa procesional, recibía durante todo el día en los cultos y novenas el cariño y la devoción de centenares de zamoranos, que por la tarde la acompañaron en su recorrido por las calles del casco antiguo una vez finalizada la imposición de escapularios, el rezo del Rosario y la misa que precedieron a la procesión.
Abría la procesión la Banda de Santísimo Cristo del Perdón, que anunciaba con su sonido brillante el paso de la Madre de Dios, que efectuaba su salida del templo (tumbada, ya que las dimensiones de la puerta no permiten el paso de la imagen) con los sonidos del himno nacional. Una vez colocada la corona en su cabeza y el Niño en sus brazos, se iniciaba la procesión -a la que asistieron en representación del Ayuntamiento las concejalas populares Clara San Damián y Sonia Calvo- por las calles del que es su barrio, el casco antiguo, que la tiene por Patrona y Señora, arropada por los vecinos que de siempre fueron a su lado y por los cofrades que, escapulario en pecho, mostraban su devoción por la imagen.
La Virgen del Carmen, Capitana de tierra adentro y de quienes surcan las aguas del Duero, que terminan fundiéndose en el mar; la Virgen de mi barrio, la que en los días de julio convoca en el templo de San Isidoro a los zamoranos que acuden a rezar a sus pies, recibía un año más el cariño de una ciudad que no renuncia al profundo sentir de sus gentes, a sus tradiciones y devociones más queridas.
La Banda de Nacor Blanco mecía con sus acordes su caminar por las calles a hombros de sus cargadores, que realizaron un esfuerzo extraordinario con los calores de julio y posaban satisfechos, empapados en sudor, pero con el deber cumplido, una vez que la Señora del Carmelo fue devuelta al templo, donde se sucedieron las novenas durante todo el tiempo de la procesión.
Con la noche ya encima, la Virgen realizaba el regreso a su templo y era devuelta a su camarín. Las tradicionales pastas y limonada ofrecidas por los mayordomos pusieron el punto final al día grande del Carmen.
La cofradía concluye hoy los cultos de la festividad de la Virgen con la misa en recuerdo de los difuntos.
Galería de fotos. (Rafa Lorenzo)