Facturación electrónica se presenta como la gran aliada de las empresas españolas en 2025

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En los despachos de toda España, desde el pequeño comercio zamorano hasta la gran multinacional, la factura en papel está dejando paso a un PDF firmado y sellado en la nube, mucho más eficaz, seguro y regulado

En la trastienda de cualquier pyme zamorana, el archivador de anillas empieza a parecer un objeto del pasado, porque hoy basta un clic para enviar y almacenar una factura. Con la presión de reducir costes y la necesidad de cumplir plazos cada vez más estrictos, la digitalización ya no se percibe como un lujo, sino como un salvavidas administrativo.

La acogida de soluciones como CEGID, que automatizan la emisión, el registro y el asiento contable, ha sido clave para los contables que hablan de noches más tranquilas y de menos sobresaltos en las conciliaciones bancarias. La agilidad que aporta un sistema integrado ahorra tiempo, reduciendo los errores humanos que tanto preocupan cuando la Agencia Tributaria llama a la puerta.

Cada vez son más las empresas que, por propia iniciativa o por recomendación de sus asesores fiscales, dan el paso hacia una solución de gestión integral. Herramientas como CEGID permiten adaptar la facturación electrónica a la realidad de cada negocio, sin importar su tamaño ni sector. Desde tiendas de barrio hasta cooperativas agrícolas, el salto tecnológico es ya una necesidad común.

El siguiente paso en esta carrera es el sistema verifactu, la conexión directa con Hacienda que sellará cada factura en el mismo instante en que se emite. Para los empresarios, supone librarse del temor a extravíos o duplicados; para la Administración, un control casi en tiempo real que dificulta cualquier sombra de fraude.

Transparencia que se palpa en el día a día

Cada vez que una empresa prescinde del papel, gana en transparencia y pierde en quebraderos de cabeza. El circuito digital deja un rastro claro sobre quién emitió, quién recibió y cuándo se validó la operación. Esa trazabilidad, según apuntan asesores locales, facilita las auditorías y reduce la morosidad, porque los plazos se hacen visibles para todos los implicados.

Además, la sostenibilidad también suma puntos en la ecuación al utilizar menos impresoras, menos sobres y menos toneladas de papel que reciclar. Un gesto que se nota en las cuentas anuales y en la reputación de marca, tan valiosa cuando los consumidores valoran la responsabilidad medioambiental.

Desde la Agencia Tributaria se destaca que esta nueva infraestructura de control, más automatizada y ágil, servirá para reducir la evasión fiscal y tener una imagen más fiel del tejido productivo del país. Y a medio plazo, se espera que todo ello contribuya a una mayor equidad tributaria y una administración más eficiente.

Para las pequeñas empresas, la factura electrónica representa algo más que una obligación, es una oportunidad para poner orden en sus procesos internos, ganar en profesionalización y acceder a nuevas líneas de financiación. Al disponer de registros claros y actualizados, las gestiones con bancos o administraciones resultan más fluidas.

Un impulso legal que nadie puede ignorar

La confianza en la apuesta digital se disparó cuando entró en escena la nueva ley Crea y Crece, un texto que convierte la factura electrónica en requisito para las operaciones entre empresas y autónomos. El objetivo es cortar de raíz la morosidad y allanar el terreno para que las pequeñas firmas compitan de tú a tú con los grandes grupos sin atascarse en papeleo.

El calendario de implantación es progresivo, pero firme. Las compañías con mayor volumen de facturación encabezaran la migración una vez se apruebe definitivamente la normativa, y en cuestión de meses el resto deberá seguirles el ritmo si no quiere enfrentarse a sanciones o perder competitividad. Por eso, muchas ya están actualizando su ERP y formando al personal antes de que el reloj apremie.

Además, la ley introduce ventajas indirectas para quienes se anticipan, como incluir el período medio de pago a proveedores como un criterio legal que puede ser valorado para acceder a subvenciones y en los contratos con el sector público, así como una imagen más sólida ante clientes y proveedores. La factura electrónica, en este contexto, ya no es un gasto, sino una inversión que genera retorno.

Empresarios locales reconocen que, aunque al principio genera cierta inquietud, el cambio acaba resultando beneficioso porque centraliza procesos, facilita el control de tesorería y mejora la relación con la administración pública.

Cómo subir al tren sin descarrilar

El secreto para que la transición resulte indolora es planificar con cabeza y auditar los procesos actuales, definir un cronograma realista y apoyarse en un proveedor solvente. Aquí es donde CEGID vuelve a destacar, ofreciendo asistencia técnica, actualizaciones automáticas y plantillas que se adaptan a los requisitos de cada sector.

Un último consejo de los expertos consiste en implicar al equipo desde el primer día y convertir la factura electrónica en una rutina cotidiana, no en un proyecto aislado. De ese modo, la empresa no solo cumplirá con la normativa, sino que ganará agilidad operativa y una visión más clara de su salud financiera.

En Zamora y en el resto del país, muchas pequeñas empresas están descubriendo que este cambio, lejos de suponer una carga, será el empujón definitivo hacia una organización más ordenada, digital y preparada para crecer. Y en ese camino, contar con herramientas fiables como las que proporciona CEGID marca la diferencia.