La luz del mundo
Domingo de Resurrección, y, de nuevo, la tristeza y el luto dieron paso a la alegría y a la esperanza que la Resurrección significa en la vida de los cristianos. Cristo ha resucitado.
La Virgen ya no se siente sola y se ha quitado su manto negro, el luto que empañaba su corazón. La Madre y el Hijo han vuelto a reunirse, y las palomas, símbolo del Espíritu Santo, han sobrevolado este reencuentro.
Incluso el sol, que parecía esconderse a primera hora de la mañana, lució brillante a mediodía, hora en la que las imágenes de Cristo Resucitado y la Virgen volvían a encontrarse en la Plaza Mayor de la ciudad, lugar en el que toresanos y visitantes se congregaron para disfrutar de la alegría propia del Domingo de Pascua.
La Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad fue la encargada de procesionar la imagen del Resucitado, con el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores “Ciudad de Toro”. En el interior de la Glorieta toresana se produjo el emotivo encuentro de Jesús, vivo nuevamente, con su Madre. Cristo regresa ante su madre victorioso, lleno de luz, y transmite esa luz a María, una luz que seca sus lágrimas por el dolor del hijo muerto. Así, María, tras el encuentro y las tres venias que las dos imágenes realizan cuando se reúnen, destapa su rostro, alzando el velo negro que lo cubría. De la Pasión sufrida quedan en Jesús las marcas de las heridas producidas por los clavos y por la lanza, pero su rostro aparece sereno y su imagen se alza majestuosa, tras vencer a la muerte, para recordar a los fieles “yo soy la luz del mundo” (Jn. 8, 12), “yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 6).
Tras recorrer juntos el camino entre la Plaza Mayor y la Colegiata, en este templo tuvo lugar la Misa Solemne, oficiada por el párroco local José Luis Miranda, quien, en su homilía, señaló que “desde el Domingo de Ramos algo ha cambiado”, lo que se manifiesta de forma externa en el hecho de que “María ha cambiado su manto de luto por uno de fiesta”. Recordó que, aunque “Jesús tiene las marcas de la Pasión”, éstas “son sólo las señales que nos indican que es el mismo, pero la Resurrección lo ha cambiado”. Afirmó que el Domingo de Pascua “es la fiesta de la alegría y de la esperanza”, como así lo muestran “las rosas en las varas y, sobre todo, el Cirio Pascual, señal de la Resurrección, es la luz de la Resurrección”. En este día, “Jesús nos dice que no tengamos miedo, que miremos a la vida y no a la muerte”, y de esta forma, “creemos que por la fuerza del Resucitado ahora nosotros podemos vivir de otra manera”. Por otro lado, Miranda instó a los presentes a ser testigos de la Resurrección, “tenemos que comunicarlo, expandir la noticia, como hizo María Magdalena; lo que hicieron los primeros discípulos tenemos que hacerlo hoy”. Además, también ofreció ánimo, asegurando que “tenemos que tener pasión por la vida, tenemos que tener decisión para andar por caminos nuevos”, y finalizó con una petición a Dios, “pedimos al Señor que nos dé esperanza y que nos dé fuerza para andar por la vida”.
Como curiosidad, cabe mencionar que el Coro Interparroquial de Toro, que se encargó de las canciones de la Misa, interpretó también una secuencia de la Misa de Pascua en gregoriano, la obra “Victimae Paschali Laudes”.
El presidente de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, Antonio García, se mostró feliz porque “el sol brilló cuando Jesús salió”, de modo que “estamos contentísimos después de estos años que no hemos podido sacar las procesiones en debidas condiciones, este año nos ha salido todo a pedir de boca, ha sido una gozada, una Semana Santa como las de antes, de las de sol primaveral espléndido”.