Zamora honra desde el cántico a Jesús Yacente

photo_camera Los hermanos de Jesús Yacente arropan a la imagen minutos antes de salir la procesión

El Miserere concita a miles de personas en la Plaza de Viriato en uno de los momentos más emocionantes de la Pasión.

Jesús Yacente pasaba esta noche muerto por las calles de Zamora y era como si la tierra se abriera a sus pies, como si de su vientre naciese un lamento hecho miserere, el cántico hondo, la noche oscura del alma, herida que no cesa. El salmo del perdón y la misericordia.

El gentío poblaba las calles pero a su paso se hacía el silencio como un milagro, como un conjuro, como si una mano invisible oprimiese las gargantas y el corazón. Los caperuces blancos, afilados como agujas cosiendo el cielo a la tierra, sujetaban la luna llena sobre Viriato, acaso detenida esperando la hora, el rito, cuando los hombres de esta tierra unen sus voces en un clamor al mundo. Misericordia, Señor.

Antes del Merlú y del bullicio, antes de que la madrugada abra las puertas a las cruces y a la vida, Zamora celebra en la intimidad el entierro de Cristo, al que casi podemos acariciar cuando pasa ante nosotros. Solo las esquilas del viático y el roce de las cruces de la mayordomía y la penitencia, así como el roce de los hachones en los empedrados rompían un silencio que se repite año tras año y que casi duele.

Y aunque se repita el rito, la liturgia del cofrade de fila, de los hermanos de paso, de los hermanos de coro, nada es igual. Nunca nada es igual. Este año nada es igual. Cerramos los ojos buscando unas cejas pobladas, unos ojos oscuros bajo el caperuz blanco. El primero de la derecha, allá donde se colocan los cantores para honrar a Dios en su último aliento, que después serán los últimos en abandonar la plaza una vez cumplido el cántico.

Cristo anoche pasaba muerto por las calles. Antes de tiempo, a deshora, antes del Merlú y la madrugada, antes de la muerte y del entierro oficial y solemne. Y aunque eran miles de personas las que se agolpaban en las aceras a su paso, Zamora entera veló su cuerpo en la intimidad y le honró con el cántico y el silencio.

Galería de imágenes

Comentarios