Vísperas de procesión en San Claudio
La Hermandad de Penitencia deja al Cristo del Amparo y todos sus enseres a punto para la procesión de mañana.
En la iglesia de San Claudio de Olivares hoy se vive la jornada de vísperas de procesión. Hermanos de paso y directivos de la Hermandad de Penitencia ponían a punto esta mañana los enseres de la cofradía, después de descender al Cristo del Amparo y colocarlo en las andas en las que mañana recorrerá las calles de Zamora.
Somos lo que somos porque existe todo este trabajo callado, necesario y muchas veces no reconocido. Los entresijos de la Pasión se viven a puerta cerrada.
A escasos metros del templo románico se ubica la panera de la hermandad, donde se guardan en orden milimétrico faroles, capas y demás enseres de la cofradía. Allí se han dirigido los hermanos de paso y descender después al Crucificado desde su ubicación en el templo a la mesa procesional, un monte Calvario adornado solo con cardos y una calavera a los pies del Cristo, obra de Ricardo Flecha, que este año ha reformado el conjunto.
Escaleras, destornilladores, idas y venidas, reencuentros... todo habla en San Claudio de la inminencia de la procesión que mañana inundará las calles del paño pardo de Aliste y del sonido del bombardino. Mientras la imagen era descendida, el cotanero se afanaba en limpiar los cristales de los faroles y colocar los paños picados de las andas para dejar todo a punto para que todo esté en orden para el cortejo procesional. También los niños, hijos e hijas de cofrades, participan en estos ritos y aprenden a vivir el alma, la esencia de la Semana Santa. La calle es solo una culminación de muchos desvelos y esfuerzos. Y se repite año tras año ese trabajo que no se ve pero tan necesario para que la Semana Santa de Zamora funcione como un engranaje perfecto que se mantiene a través de los siglos.
Una vez ubicado el Cristo en sus andas, en el altar mayor fueron colocados el pendón morado que abre la procesión, la cruz Guía y la preciosa cruz parroquial de San Claudio de Olivares. Y, antes de regresar a casa con el trabajo cumplido, la foto de rigor de todos los presentes ante el Cristo del Amparo, el más humilde, el Cristo de barrio y de pueblo, tan bonito.
Mañana, cuando a media noche se abran las puertas del templo, todo será oración, magia y silencio.
Fotos: Fco Colmenero