Toro revive la Pasión con la Procesión de Jesús Muerto en un Viernes Santo solemne e histórico

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Toro revive la Pasión con la Procesión Oficial de Jesús Muerto en un Viernes Santo cargado de solemnidad

Toro (Zamora), Viernes Santo — La ciudad de Toro volvió a teñirse de luto al caer la tarde con la celebración de uno de los actos centrales de su Semana Santa: la Procesión Oficial de Jesús Muerto, organizada por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad.

Un cortejo solemne, austero y profundamente emotivo que reunió a centenares de personas en las calles del casco histórico para revivir con respeto y devoción el momento posterior a la muerte de Cristo.

Un Sermón que marca el alma

El acto comenzó pasadas las 20:00 horas en una Plaza Mayor abarrotada, con el tradicional Sermón del Desenclavo, pronunciado por el párroco de la ciudad. Con palabras sentidas y pausadas, se rememoraron los instantes finales de Jesús en la cruz y su descenso al sepulcro. El silencio de la plaza solo era roto por la voz del predicador y el leve sonido del viento sobre los estandartes.

"El desenclavamiento no es solo el retiro de un cuerpo sin vida, es el acto último de entrega y de fe", pronunció el párroco ante la atenta mirada de los asistentes y las imágenes ya preparadas para iniciar la procesión.

Un cortejo que estremece

Finalizado el sermón, las puertas de la Iglesia del Santo Sepulcro se abrieron para dar inicio a la procesión. A partir de ahí, la Pasión se hizo presente en cada paso, en cada mirada contenida, en cada nota de la banda que acompañaba con marchas fúnebres el discurrir de las imágenes. Era la Banda de Toro y la de la Cistiérniga de Valladolid quienes ponían los sones musicales en una tarde noche de devoción y luto.

La procesión recorrió un itinerario corto pero cargado de significado, desde la Plaza Mayor hacia la Calle Perezal, Calle Mayor, Plaza de los Bollos de Hito, siguiendo por San Lorenzo el Real, Puerta de Morales, calle El Sol, Plaza de Santa Marina, Puerta del Mercado, regresando finalmente por la Plaza Mayor, pasando por delante del Ayuntamiento y concluyendo de nuevo en el templo del Santo Sepulcro.

El peso del arte sacro

A lo largo del desfile, Toro mostró la riqueza de su imaginería con un elenco de pasos de gran valor artístico y devocional. Abría la procesión el Cristo Articulado (de autor anónimo), seguido por La Magdalena, obra del escultor Tomás Parés, y el Cristo de la Expiración, una imponente imagen atribuida al taller de Esteban de Rueda y Sebastián Ducete, referentes del barroco castellano.

La Piedad, obra seriada del insigne escultor catalán Miguel Blay, representaba el dolor de la madre ante el cuerpo inerte del hijo. Le seguía San Juan, tallado por Felipe Gil, y el impresionante conjunto del Jesús Yacente, realizado por Tomás Noguera, custodiado en una urna funeraria de Gregorio Manzanos, y escoltado por un piquete de voluntarios de la Guardia Civil que portaron sus armas a la funerala.

Cerraba la comitiva la imagen titular de la cofradía, la Virgen de la Soledad, también salida de las manos de Tomás Parés, vestida de luto riguroso, enmudecida por el dolor, pero firme en la espera de la Resurrección, que fue escoltada por la Policía Municipal toresana con uniforme de gala.

Silencio, respeto y devoción

La procesión avanzó entre un ambiente de absoluto respeto. Vecinos y visitantes acompañaron los pasos entre oraciones, lágrimas y silencio. Solo los acordes fúnebres y los toques de tambor marcaban el ritmo de la marcha. Las velas encendidas, los cirios en alto y los estandartes ondeando recordaban que el dolor, la fe y la esperanza caminan juntas cada Viernes Santo por las calles de Toro.

Los cofrades, muchos de ellos con décadas de tradición familiar a sus espaldas, portaron con orgullo las andas, sabiendo que no solo cargaban imágenes, sino siglos de historia y fervor heredado.

Un legado que se renueva

La Procesión Oficial de Jesús Muerto es más que un acto litúrgico. Es un momento de introspección colectiva, de comunión entre generaciones y de reafirmación de la identidad religiosa y cultural de Toro. La participación de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, con su meticulosa organización, ha permitido mantener intacto este legado, que emociona año tras año y que sigue convocando a la ciudad entera en una expresión viva de su Semana Santa. Autoridades civiles y militares y cientos de toresanos no quisieron perderse un desfile histórico

Con el regreso al templo, la ciudad volvió al silencio. Pero en cada rincón quedó el eco de los tambores, el murmullo del rezo y la certeza de que, en Toro, la muerte de Jesús no es el final, sino el preludio de una esperanza que volverá a brillar en la Vigilia Pascual.