Silencio desde la fe y desde el ejercicio de la medicina

Enrique Crespo Rubio en un momento del Juramento

El traumatólogo Enrique Crespo Rubio ofrece una emocionada y contenida plegaria ante el Cristo de las Injurias sin olvidar a los enfermos y a los cristianos perseguidos.

Desde su condición de profundo creyente, como cofrade, como zamorano y también como médico, el traumatólogo y cirujano taurino Enrique Crespo Rubio ha ofrecido esta tarde el silencio de Zamora a los pies del Cristo de las Injurias.

Hermano emérito de la Real Cofradía del Silencio, cofrade desde la cuna y zamorano hasta la médula, Enrique Crespo ha ofrecido ante el portentoso Crucificado de la Catedral el silencio de los cofrades y de los zamoranos con una plegaria en primera persona en la que no ha olvidado su condición de médico y de defensor de la fe heredada de sus mayores.

De rodillas, frente a frente con el Cristo ante el que tantas veces ha rezado, con su capa blanca de hermano Emérito, Enrique Crespo ha realizado un profundo ejercicio de fe y de amor. Desde la humildad que le caracteriza, con la sinceridad y con la emoción intacta de aquel niño a quienes las mujeres de su familia siempre acompañaron al atrio a vestirse junto a su padre y a sus hermanos, ha recordado a las "buenas almas de Zamora" y también a aquellos que no han llegado a creer.

"Aquí me tienes Cristo Salvador -arrodillado ante Ti, abrumado por Tu sagrada sangre, compungido ante Tu maltratada desnudez, abatido por ver como sostienes la expiación de los pecados de la humanidad-dispuesto a cumplir una plegaria, a ofrendarte un silencio...
...Representando a las gentes de Zamora, a nuestras familias, a los hermanos vivosdel Silencio y a los hermanos difuntos... Si porque ellos, los que un día dejaron la vida terrenal, también han regresado convocados por los sonidos pausadosde la campana mayor. Vienen cubiertos bajocaperuces colorados y cobijados por gastadas túnicas de lana ceñidas con cíngulos blancos para volver a pisar las frías piedras del atrio y contemplar Tu Cuerpo lívido, sanguinolento, escoriado, martirizado sobre la madera de la Cruz".

No ha olvidado su condición de médico, "con toda la servidumbre de mi profesión Te pido confiadamente por los enfermos, por los traumatizados, por los heridos... Por aquellos que sufren en la cama de un hospital o en la soledad de su habitación. Ofréceles Señor el bálsamo, el aliento, que no Te ofrecieron en Galilea. Y porque en Tu Pasión sufriste los más crueles escarnios físicos, los más perversos suplicios carnales y no recibiste el consuelo de los hombres, nunca abandones a quienes sufren cualquier forma de padecimiento".

También ha rezado desde Zamora por los cristianos perseguidos en el mundo. "Aún queda mucha maldad martirizándote, Cristo de las Injurias. Hoy los cristianos siguen siendo crucificados... Pero hoy su cruz y sus clavos son las bombas, los proyectiles... Y su amarga pasión, su corona de espinas, es la indiferencia con que lo contempla el resto del mundo. Por eso Zamora necesita volver a presenciar Tu bendita sangre para pedirte por los cristianos que sufren persecución y martirio... Por las víctimas del odio, de la mezquindad, de la infamia".

Después de instar a Zamora a que no renuncie a su fe, ha finalizado su alocución, íntima y emocionada, pidiendo al Cristo por sus cofrades, por los zamoranos, por España y por él mismo.

Finalizada la plegaria, el presidente de la Real Cofradía del Silencio, Rufo Martínez de Paz, ha instado a los hermanos a ponerse de rodillas y el Obispo de la Diócesis ha tomado juramento a los cofrades. "Sí, juramos", dijeron bajo el caperuz más de dos mil voces.

Arriba, seguro, las almas buenas de Zamora también asintieron.

TEXTO ÍNTEGRO DE LA OFRENDA DEL SILENCIO