Las Siete Palabras rompen el silencio de la noche zamorana desde la Horta hasta Viriato

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La Hermandad Penitencial proclama en voz alta el mensaje final de Cristo mientras el Santísimo Cristo de la Expiración recorre uno de los itinerarios más bellos y sobrecogedores de la Semana Santa de Zamora

A medianoche en Zamora, cuando el eco del Vía Crucis aún resonaba desde la margen izquierda del Duero, las puertas de la iglesia de la Horta se abrieron con estruendo. Siete golpes secos y un redoble, el caos, anunciaban la salida del Santísimo Cristo de la Expiración, que aguardaba inmóvil a las puertas del templo. Era la señal: la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras daba comienzo a su estación de penitencia.

La imagen, imponente y serena, iniciaba su tránsito hacia la Plaza de Viriato, escoltada por cofrades de blanco inmaculado, con caperuz y faja verde, caminando descalzos sobre el empedrado de los barrios bajos de la ciudad, cumpliendo con fervor y silencio una penitencia austera. Sus hachones de madera, al golpear el suelo, retumbaban en cada rincón, como si la ciudad entera escuchara las últimas palabras de Cristo desde la cruz.


Un cortejo de fe, palabra y sombra

La cuesta de Balborraz, el arco de Doña Urraca, la ronda de Santa María, la muralla… El itinerario de esta Hermandad no es solo geografía, es un recorrido por la historia, por la espiritualidad íntima que cada rincón zamorano guarda en silencio.

Siete son las palabras y siete los estandartes de pana verde que desfilan como único mensaje, bordados en blanco, entre el murmullo apagado de los pasos descalzos y el silencio contenido del público que asiste, respetuoso, al rezo más profundo de la Semana Santa zamorana.


La misa en la Horta: el inicio del misterio

Antes de que el cortejo partiera, el templo de la Horta acogió una misa preparatoria a la penitencia. En ella, el coro parroquial unió sus cantos a las voces de los hermanos y hermanas, creando un ambiente cargado de misticismo, de recogimiento, que selló el espíritu con el que los cofrades saldrían instantes después a caminar bajo la noche zamorana.


Viriato: la palabra se proclama

Ya en la Plaza de Viriato, uno de los momentos más solemnes: el rezo de las Siete Palabras, proclamadas una a una ante la ciudad entera. Zamora escuchó el último mensaje de Cristo como si fuera el primero, con el mismo respeto, con la misma emoción.

Tras el rezo, el cortejo emprendió el regreso por la cuesta de San Cipriano, ya en la soledad de la madrugada, mientras los últimos toques de tambor —siete, como al principio— anunciaban que todo estaba cumplido.