Sandra Turrado realiza un recorrido por la memoria y la fe en su pregón de Semana Santa

La joven estudiante conjuga sus recuerdos con la liturgia en el acto organizado por la Tertulia Cofrade donde ha repasado sus vicencias y reflexiones.

La joven estudiante Sandra Turrado ha realizado esta tarde un recorrido entre la memoria y la fe en el pregón de Semana Santa organizado por la Tertulia Cofrade de Zamora. Siguiendo el orden cronológico de la celebración, desde la Cuaresma hasta la Resurrección, Sandra Turrado ha ido desgranando sus propias vivencias con el sentido cristiano de la Pasión y ha finalizado con un mensaje para niños y jóvenes, herederos de la Pasión.

Con sus recuerdos del colegio comenzaba Sandra Turrado el pregón, cuando imponían a los niños la Ceniza y en la pizarra de tiza hacían la cuenta atrás para la Semana Santa. La pregonera ha relatado cómo bajaba a San Frontis con su familia, pilar esencial de su Semana Santa y cómo después acompañaba al Nazareno con su primo a la Catedral. A cada una de las imágenes de devoción, además, les ha dedicado una cita bíblica aludiendo al compromiso que como cristiana le sugiere cada una.

Sandra Turrado se ha adentrado en la Pasión después de evocar las hermandades del Espíritu Santo y de Luz y Vida para desembocar en la alegría infantil del Domingo de Ramos y en el momento del pregón, así como en la emoción del cántico de "La Muerte no es el Final" en la tarde del Lunes Santo o en la noche, cuando el Cristo de la Buena Muerte recorre las calles. Entonces ha dedicado unas hermosas palabras a la parroquia de San Vicente, donde la pregonera comenzó siendo niña de monaguilla, destacando el papel que cada comunidad parroquial tiene en la Iglesia.

Tras describir las emociones del Martes Santo, la pregonera ha glosado la figura del Cristo de las Injurias, por el que siente una especial devoción y a cuyos pies le gustaría ofrecer un día la plegaria del silencio. "Se me estremece el alma -ha dicho la pregonera- cuando tengo que hablar de Ti, Señor de las Injurias, pues me siento ser nada, pero a tu lado aprendo que la humildad todas las batallas gana. ¿Cómo poder hablar de ti, cuando no hacen falta palabras para definirte? Señor de las Injurias, tú podrías estar en otra ciudad más perfecta que esta y has elegido a esta ciudad humilde, austera e imperfecta, has querido hacerte hombre para ser uno de nosotros, has sido crucificado en una cruz por amor al extremo".

De la Hermandad de Penitencia, "Las Capas", Sandra Turrado ha señalado que para ella "es la que define la esencia zamorana", para después trasladarse a la alegría y el bullicio de la mañana de Jueves Santo -coincidienco con el inicio del Triduo Pascual- en Balborraz cuando sube la Virgen de la Esperanza, la procesión que recreaba con cinco años en el patio de su colegio. "Hoy no se recrea, hoy se hace realidad. Es un momento único y especial en toda la Semana Santa, tu subida o como decimos lo bonito es verla subir por Balborraz; una pequeña parada antes de subir, los nervios están a flor de piel, hay que mirarte y emocionarse contigo. Zamora calla y solo se oye una marcha y se nos queda corto el poder tocarte, pues parece que caminas, que subes con los pies, que no te detienes a mirar para atrás, que no paras de buscar", le ha dicho en voz alta a la Virgen de la Esperanza.

Para Sandra Turrado la merienda de la Vera Cruz es una vivencia del amor en familia, de compartir. Después, por la noche, el reloj la lleva a Santa María la Nueva y a la Plaza de Viriato, donde resuena el Miserere a Cristo Yacente. "Viriato se convierte en una corona de espinas hecha entre los árboles entrelazados, de forma circular. A su alrededor gira Cristo Yacente, víctima del amor del extremo, víctima del amor al infinito. A muchos se le pondrán los pelos de punta, a muchos se le caerán lágrimas, a muchos se les hará un nudo en la boca. Así hasta que vuelva esta noche mágica".

Un evocador recorrido por la madrugada del Viernes Santo y la procesión de Jesús Nazareno desde que se levanta el "Cinco de Copas" en San Juan hasta que La Soledad recibe la Reverencia en las Tres Cruces ("Qué menos le debe a la Soledad Zamora!") y conjugando los cultos con el salir a la calle a presenciar los desfiles, Sandra Turrado ha glosado la figura de La Magdalena y de los pasos de la Real Cofradía del Santo Entierro para llegar a la que, para ella, es "la mejor noche del año, la noche de Viernes Santo, donde el dolor se transformará en un amor entregado, donde las súplicas universales serán prometidas, donde una madre recorrerá las calles con su hijo en brazos".

Es a Nuestra Madre, su más querida imagen de devoción, a quien le ha dedicado sus más emotivas y ardientes palabras la pregonera. "Pues es que sin ti, no se vivir. Sé salir un Viernes Santo por la noche, con un caperuz que cubre mi rostro, con lágrimas como las tuyas para pedir por toda mi familia y porque los sueños cumplan. Sé sonreír cuando llego a la Plaza Mayor y pasas delante de mí. Sé susurrar "Mi nuestra" en cada parada cuando me acuerdo de ti. Sé cantar la Salve para despedirte como una más en la Plaza Mayor. ¡Qué honor será procesionar a lado! Manifestar mi Fe a tu lado. Sentir que mis pasos caminan al ritmo de los tuyos, que se me hiela la sangre de la ardiente devoción que tengo por ti".

Con el cansancio en el cuerpo por las procesiones, los preparativos y los cultos de una semana vertiginosa, Sandra Turrado se ha referido a la Soledad de María y a la alegría de la Resurrección que pregona la Vigilia Pascual y que da sentido a toda la semana. Y ha hecho en voz alta una reflexión "¿Qué es vivir la Semana Santa? Vivir la pasión es tener 5 años y colarse en San Vicente un Viernes Santo entre banco y banco para ver mejor a Nuestra Madre antes del desfile procesional. Vivir la semana Santa es ser joven crear una cofradía con tu hermano y tus primos y aprender que a lo nuevo no hay que temerle. Vivir la Semana Santa es sentir al hermano, en la acera, en la fila, en la familia y bajo los hombros de un paso. Vivir la Semana Santa es sentirla en cada celebración litúrgica".

El pregón de Sandra Turrado ha finalizado con un mensaje a las directivas, capellanes y cofrades y unas palabras de especial entusiasmo y ternura para niños y jóvenes, herederos de la Pasión en Zamora, a quienes, parafraseando al Papa Francisco, ha animado a "no dejar de soñar porque soñando podrán cambiar el mundo".

 

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