Zamora: Jueves Santo, Esperanza y Fe, ilusión y devoción
Las damas de la cofradía, con su traje enlutado, peineta, mantilla, la cita verde, tulipa y la vela reglamentaria, marcaron el inicio de la procesión, recogiendo a la Virgen de la Esperanza en el Convento de las Dominicas. Allí descansaba la imagen tras separarse del Nazareno en la angustiosa y dolorosa noche del Martes Santo. La Virgen, símbolo de la esperanza y la fe, iniciaba su recorrido hacia las calles de Zamora, acompañada por los hermanos de la cofradía.
Ataviados con túnica y caperuz en raso blanco, faja y capa de raso verde, los cofrades acompañaron a las damas a través del Puente de Piedra renovado, que parecía rendirse a los pies de la Virgen. Fue en este momento cuando los colores del verde esperanza se desplegaron por las calles, creando una atmósfera única. Las saetas resonaban, marcando la cadencia de la marcha y haciendo que la imagen de la Virgen escalara con majestuosidad hacia la Plaza Mayor, un lugar donde la devoción de los zamoranos se une al fervor religioso de la Semana Santa. Este 2025 han sido 150 nuevas altas en la cofradía, una Esperanza en crecimiento y sobre todo en armonía. Algunas mujeres utilizaron también la vestimenta de los hombres en este primer año de interés especial en el que la banda de cornetas y tambores también ha contado con integrantes femeninas.
A lo largo de la procesión, los más pequeños fueron protagonistas. Los niños, vestidos de cofrades o acompañando a sus madres, se integraron en el cortejo, bajo la atenta vigilancia de los celadores asignados. Fue un momento lleno de simbolismo, ya que la juventud representaba el futuro de la cofradía, el relevo generacional que mantiene viva la tradición.
Nacor Blanco, la banda de la saeta y de tantos momentos semanasanteros hacía los honores en el renovado puente de piedra, sones de pasión que rinden homenaje a pasos y hermanos de fila y acera, gracias a todos los componentes uno por uno y por supuesto a Álvaro Lozano su director y amigo.
El recorrido continuó por Ramos Carrión, Rúa de los Francos y Rúa de los Notarios, hasta llegar a la Plaza de la Catedral. Allí, en el atrio, se entonó la Salve en honor a la Virgen de la Esperanza, creando un momento de máxima emoción y recogimiento. La Virgen, entre los rezos y los cantos, se sentía más cerca de los corazones de los zamoranos, que la acompañaban con profunda veneración.
Así, en esta mañana de Jueves Santo, la ciudad se llenó de Esperanza. Un día de Pasión y fe, donde la luz de la Virgen de la Esperanza iluminó las calles de Zamora, abriendo paso a una tarde de Evangelio en la calle y culminando con la noche del Jesús Yacente, que pondría fin a una jornada de fervor y devoción que perdura en el alma de los zamoranos. Una madrugada especial para la ciudad, que se viste de tradición, penitencia y esperanza.