Nunca está Sola

photo_camera La Virgen de la Soledad en el momento de salir de San Juan

Miles de mujeres acompañan a la Virgen de la Soledad por las calles de Zamora.

La llaman Soledad, pero nunca está sola. Miles de mujeres han acompañado en la tarde noche del Sábado Santo a la Virgen con velas encendidas mientras la ciudad se echaba a las calles en las aceras para contemplar su paso, su luto humilde y digno antes de conocer el milagro de la Resurrección.

Eran las ocho de la tarde cuando sonaba el himno nacional y la Virgen de la Soledad, la gran devoción de los zamoranos, asomaba su rostro hermoso por la puerta sur de San Juan para ver pasar a sus damas cofrades, las mismas que le rezan cada día y no dejan que nunca falten flores a sus pies.

La saludaba también la Salve en las cornetas de la Banda de la Cofradía, que después, ya en la Plaza Mayor, se hermanaba con la Banda Ciudad de Zamora para honrar a la Madre un año más. También precedía su paso el coro de Jesús Nazareno, incorporado el pasado año y dirigido por Luis Santana, que estrenaba en la Plaza Mayor un bello Ave María del compositor toresano David Rivas.

Tras Ella, la Banda de Música de Zamora interpretaba distintas marchas fúnebres para que fuese mecida a hombros de sus cargadores y Zamora entera pudiese contemplarla con el luto pobre de su soledad de Sábad. Su música, El Dolor de una Madre, siempre.

Con el uniforme de gala, la Policía Municipal -que tuvo que intervenir de forma inesperada en un altercado que tuvo lugar en una de las aceras de San Torcuato, ajeno a la procesión- escoltaba con orgullo a la Virgen que tienen por vecina y Patrona mientras avanzaba con paso lento por las calles centrales de la ciudad.

Zamora la quiere por encima de todas las cosas. Porque reconoce en su rostro, en su mirada, las miradas de tantas madres, de tantos padres, de tantos amigos, mujeres, hombres, que regresan del cementerio de dejar en la tierra a un ser querido. Ese dolor que pesa en los párpados, sella los labios y te roba las palabras. Esa serenidad ante la muerte que te desarma, contra la que no cabe recurso. Esas manos entrelazadas para retener los recuerdos y los besos.

Zamora la quiere porque se reconoce en Ella. Y así, en Ella, con Ella, eran las once y media de la noche cuando miles de tulipas se alzaban al cielo para despedirla, para decirle que nunca está Sola, que dentro de un año volverán a esperarla ante las puertas de San Juan para acompañarla, antes de que las campanas proclamen la resurrección y la vida.

Galería de fotos de Rafa Lorenzo

 

Comentarios