Medio siglo de historia para honrar al Cristo de la Buena Muerte
El gregoriano y la música vocal eclesiástica hacían transportar a los espectadores a la edad media, a los conventos de monjes donde el tiempo se para en maitines y en momentos de víspera de la Semana de Pasión.
El de la Buena Muerta preside el altar, el tiempo se para y se dulcifica de manera sobrenatural.
Los hermanos de la Buena Muerte acomodaban a los invitados a una especial celebración de un cincuenta aniversario de la Hermandad y a un cuarenta cumpleaños de una Schola Antiqua que no quiso perderse el momento de cantar junto al Jesús Muerto en la Cruz a sus pies.
Voces maduras, bello de punta, escalofríos, sentimientos de serenidad y austeridad de otros tiempos. Momentos de calma de paz interior en directo, sin móviles sin otra preocupación que la de escuchar con los oídos del alma, y del profundo sentimiento que provoca el sonido melódico y perfecto, de un coro de ángeles de carne y hueso que trasladan al oyente a otro estado, el estado de semi-inconsciencia que provoca el silencio y la melódica voz de Schola Antiqua
El estado de la paz y la calma de la razón y la sentida ceremonia del espacio interior de cada uno ha sido el momento de este especial concierto. Nunca la extensión de las vocales fue tan bella en las voces de hombres de culto al sonido de los ángeles.
Entre el espacio melodico y la visión del Cristo de la Buena Muerte, todo fue paz y calma, gracias desde el interior de un cristiano no tan practicante como debiera.
Gracias Hermandad, gracias Félix por la invitación y gracias cofrades y cantores desde lo más profundo del alma.