Madre de las dos orillas

Las lágrimas resbalan por tu rostro delicado de mujer. Las lágrimas todavía resbalan por la cara de una madre que llora por el sufrimiento de su hijo. Las lágrimas que la virgen se enjuga con un pañuelo que aprieta con fuerza, aferrándose a la Esperanza de la vida, empujada por sus hermanos y sus damas, hijas de Cabañales.

 Virgen de la Esperanza de las dos orillas, de las dos Zamoras, esa virgen que tiende un puente en la mañana del Jueves Santo, esa madre que llena de verde las primeras horas de la mañana, que deja su Cabañales para acompañar en el dolor a todos los zamoranos.

Dios te salve, Reina y Madre, Esperanza nuestra. Esperanza de todos los hijos afligidos que el Martes Santo te dejaron junto a las hermanas de Cabañales, hermanos que hoy vestian el raso verde gritandole a Zamora que todavía queda Esperanza mientras la Madre siga en la calle. Y en la Seo, bajo el luto de las toquillas, bajo el sonido de la banda, bajo un sol de justicia tímido que no quería calentar, la Esperanza salió otro año a la calle a propagar su mensaje bajo el manto estrellado de su eterno verde.

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