Un gracias en mayúsculas a aquellas que custodiaron los mantos de la Resurrección
Un gesto de agradecimiento y reconocimiento el de la Cofradía de la Santísima Resurrección hacia las hermanas clarisas del convento de Santa Marina. Estas venerables mujeres han custodiado con devoción los preciados mantos de la cofradía, velando por su integridad y preservando su significado histórico y espiritual.
Ahora, ante la inevitable decisión de cerrar el convento y trasladarse a León debido a la reducción de la comunidad religiosa, la cofradía quiere rendir un homenaje lleno de cariño y aprecio a estas fieles guardianas de la tradición. En palabras de Josué Crespo, presidente de la cofradía, este gesto de gratitud se materializa en la adquisición de armarios especiales para guardar las ropas del manto y faldillas, una iniciativa inspirada en el cuidado y dedicación que las hermanas han brindado a lo largo de los años.
La historia de las hermanas clarisas en Zamora se entrelaza con la del propio tejido social y espiritual de la ciudad. Desde su fundación en el siglo XV por doña Beatriz de Ocampo, la orden ha sido un pilar fundamental en la vida religiosa local. Ahora, con su partida, deja tras de sí un legado de servicio, oración y amor que perdurará en la memoria de quienes las conocieron y en los corazones de aquellos que se beneficiaron de su labor silenciosa pero impactante.
El cierre del convento marca el fin de una era, pero también abre nuevas oportunidades para honrar el legado de las hermanas clarisas y seguir adelante con su espíritu de generosidad y entrega. Un agradecimiento a preservar y honrar la memoria de estas valientes mujeres, recordando siempre su inquebrantable devoción y su profundo impacto en Zamora.