Francisco Gustavo Cuesta de Reyna hace de su pregón un cántico de profundo amor
El pregonero desgrana recuerdos de la infancia y vivencias con un discurso lleno de contenida emoción y de devoción por Nuestra Madre.
La historia de una devoción familiar. En seis palabras podría resumirse el pregón de las Angustias que ha pronunciado esta tarde Francisco Gustavo Cuesta de Reyna. Con un discurso emotivo y a la vez contenido, lírico y muy sincero, el pregonero ha desgranado vivencias que le unen desde la niñez a la imagen de Nuestra Madre, "la Madre del mundo" y ha recordado las procesiones de su infancia, con una especial mención a quienes mantuvieron viva la cofradía.
El pregón de Francisco Gustavo Cuesta de Reyna abría esta tarde los actos y cultos en honor a la Virgen de las Angustias que continúan desde mañana y hasta el día 18 de marzo con el tradicional Novenario en la iglesia de San Vicente.
Con la Virgen en el altar mayor del templo bajo dosel de terciopelo carmesí, el pregonero ha sido presentado por quien le precedió el pasado año, Vicente Díez Llamas. El pregón ha contado asimismo con la intervención del trío Lux Aeterna, integrado por Alejandro Fernández Alonso, José Manuel Allende y Ana González de Dios, quienes han interpretado las obras que suenan en la Plaza Mayor en la noche del Viernes Santo al paso de la procesión mientras los cofrades esperan a Nuestra Madre para entonar la Salve como despedida.
Firme y sereno en su dicción, Francisco Gustavo Cuesta de Reyna ha ensamblado sus recuerdos familiares desde cuando con cuatro años, agarrado a la mano de su madre, contempló por primer vez la procesión (a la que su madre no le dejó asistir por ser muy pequeño) y cómo vio desde la acera a su hermano Julio "con la túnica blanca y el caperuz negro, el cíngulo y el decenario de cuentas negras que después ceñiría yerto".
El pregonero ha contado cómo con cinco años, al salir por primera vez en la procesión, su padre le dijo "ya eres cofraz", reivindicando el singular zamorano de la palabra "cofrade". Esa palabra que le llevó a recordar a Anselmo Allúe de Horna, quien fuera cargador de la Virgen de las Espadas y pregonero en los años 1964 y 1984.
Junto al desaparecido Allúe, Cuesta de Reyna ha recordado a las personas que conforman el paisaje de su infancia unidas a la cofradía como Paco Cacho, los Seirulo, Mendiri, Juanjo, Enrique Fernández Prieto -quien entonces portaba el estandarte de los Garcigrande que ahora lleva el propio pregonero en la procesión- y a mujeres como Carmen Peláez, Lola Reyna, Tere Otero y Julianita o Clara Benéitez, quien le ponía a la Virgen los vestidos que le confeccionada Úrsula Lorenzo y que eran habituales en la sacristía y los locales de San Vicente en los días del Novenario y en los preparativos de la procesión. Vivencias de la niñez, del Novenario y del Besapie a la imagen en los días de Jueves y Viernes Santo han jalonado el discurso del pregonero, cargado de un fuerte sentimiento de fe y de amor hacia la Virgen de las Angustias.
Ha tenido asimismo el pregonero palabras de agradecimiento para los últimos presidentes, como Miguel Ángel Cacho, Josefina Yugueros e Isabel García Prieto, así como para sus directivos, por mantener viva la llama de la cofradía de la que tantos años fue capellán quien fuera párroco de San Vicente, Gregorio González, y de las ceremonias que solemnizaba Tomás Pérez en el órgano dle templo en los tiempos en que portaba el estandarte de la cofradía Antonio Crespo con sus hijos.
Como un hijo más, Francisco Gustavo Cuesta de Reyna he definido a Nuestra Madre como "la Madre de los zamoranos; Madre de mis hijos; Madre de los amigos; Madre de los que no conozco; Madre del mundo" y ha intercalado un bellísimo poema de Fray Gaspar Calvo Moralejo, fallecido en enero.
No ha pasado por alto la emoción de la coronación canónica de la Virgen, la que Ramón Álvarez imaginó con "una cara preciosa arrebatada por infinito dolor", indicando que la corona diseñada por Javier Casaseca y Javier Lozano "está realizada con oro de amor" y que esa es la imagen de María que él tiene por más cercana y cierta.
El pregón de las Angustias ha sido un cántico a la fraternidad cristiana, al amor a la Virgen en la advocación de Nuestra Madre de las Angustias, la Madre del Viernes Santo, a quienes sus cargadores llevan con todo mimo y emoción por las calles.
Sin estridencias, desde lo profundo, Francisco Gustavo Cuesta de Reyna ha honrado a los suyos a través de la memoria y ha proclamado su devoción por la Virgen de las Angustias en un cántico de amor y memoria. Y por unos minutos los presentes reconocieron en él a aquel cofraz de cinco años que nunca ha faltado a la cita con su Madre, la de todos los zamoranos.
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