Entre flores y telas, la Santa Merienda disfruta con los trabajos más desconocidos de la Semana Santa

Participantes en la actividad "Flores y telas de Semana Santa" organizado pro La Santa Merienda
El Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales acogió a una treintena de participantes que pudieron disfrutar con las experiencias de Jesús García de Florart Floristería y los años entre alfileres y ajuares de Dory y Rosana

Entre flores y telas, el título de la actividad organizada por la asociación La Santa Merienda no podía ser más acertado. A través de algunos de los profesionales encargados de vestir las imágenes del Nazarenos de San Frontis, La Virgen de la Esperanza y Nuestra Madre de las Angustias entre otros, los asistentes pudieron disfrutar y aprender de los entresijos del mundo floral y del proceso y mimo con el que las camareras preparan a las imágenes antes de que estas vean la luz. 

El Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales acogió a una treintena de participantes que pudieron disfrutar con las experiencias de Jesús García de Florart Floristería y los años entre alfileres y ajuares de Dory y Rosana, cuyos pies son de los pocos afortunados en subirse a la mesa procesional y situarse a escasos centímetros del rostro del Cristo de autor desconocido así como de la imponente talla de la Virgen ideada por Víctor de los Ríos.

Desde Florart han descubierto algunos de los trabajos realizados en una apuesta por la innovación siempre condicionada a ciertas normas "no escritas" -como el hecho de que las Vírgenes se adornan de un manto de flores blancas mientras que a los Cristos se les cubre de tonalidades rojas- y al carácter clásico de nuestra Pasión. Una innovación que va siempre de la mano de la confianza depositada por las diferentes Cofradías que año a año vuelven a confiar en los mismos artistas para adornar pasos tan icónicos como el Jesús de Luz y Vida, la Soledad o el propio Nazareno. 

Participantes en la actividad "Flores y telas de Semana Santa" organizado pro La Santa Merienda

Una tarde en la que Dory y Rosana desvelaron los ajuares, su colección siempre efímera de alfileres e imperdibles para asegurarse de que los mantos y la túnica no se mueven ni un centímetro, de que el pie del Nazareno asoma desvelando su existencia o de que la delicada toca de malla de plata de la Esperanza luzca al tiempo que desvele el rostro de la Virgen. 

Un trabajo de aprendizaje continuo, de confianza, de relevo de puestos y en el que juegan en base a los tiempos -a veces escasos- para ultimar a algunas de las imágenes más icónicas de nuestra Semana Santa.