Devoción a la Soledad bajo un aguacero

photo_camera Un grupo de damas completamente empapadas bajo el aguacero

La lluvia obliga a suspender la procesión una vez iniciada y empaña la celebración de los 130 años de la imagen más querida por los zamoranos.

No pudo ser. La lluvia ha empañado la procesión de la Virgen de la Soledad, acompañada por miles de mujeres de la Cofradía de Jesús Nazareno, custodias el Sábado Santo de la imagen de mayor devoción entre los zamoranos. A las ocho de la tarde la imagen asomaba por la puerta y ante la amenaza de lluvia la directiva decidía acortar el recorrido por la calle Benavente. El agua hizo finalmente acto de aparición, por lo que la imagen fue protegida con plásticos mientras los cargadores se daban la vuelta a la altura de la farmacia de Santa Clara y regresaba a paso ordinario a San Juan.

Guapa, con el luto sencillo del Sábado, la Virgen salía a la puerta de San Juan despejando las dudas mientras sus damas clavaban la mirada en el cielo ante la aparición de unas gotas de lluvia. En ese instante la directiva decidía acortar el recorrido, ya que las previsiones le daban una 'ventana' de hora y media sin agua, para no poner en peligro la imagen ni el buen desarrollo de la procesión, aunque a la postre no pudo ser: el cielo descargó con fuerza y la Virgen hubo de ser protegida con unos plásticos para no sufrir daños en su policromía con un caos en la calle al darse la vuelta para regresar rápidamente a San Juan.

Los acordes del Himno Nacional interpretados por la Banda del Maestro Nacor Blanco saludaban en su salida a la imagen, arropada por miles de mujeres enlutadas con sus velas ardiendo, creando una aureola de amor y devoción en torno a la Virgen de la Soledad, el rostro más hermoso salido de la gubia de Ramón Álvarez. La Virgen de las manos entrecruzadas donde caben los deseos, peticiones y plegarias de una ciudad entera que la adora, que nunca la deja Sola.

A hombros de sus cargadores, que la portan como un tesoro por las calles, y escoltada por la Policía Municipal de Zamora (que la tiene por Patrona), la Virgen emprendía su paso por la calle Renova para dirigirse a Santa Clara, donde Zamora entera la esperaba en las aceras a pesar de la inestabilidad de la tarde. Bella, muy bella, con la mirada baja y la vida y la dulzura en los labios, la Virgen pasaba por la calle mientras la ciudad le presenta sus respetos en el duelo.

Pero no pudo ser. El agua arreciaba a medida que la procesión discurría, por lo que los cargadores dieron la vuelta a la imagen en Santa Clara para regresar con paso ordinario hacia San Juan, mientras en las calles reinaba el lógico desconcierto al confluir la cabeza y la cola de la procesión en Sagasta.

No hubo cornetas y tambores, ni la solemnidad de Chopin, ni el beso de despedida en el 130 cumpleaños de la Virgen, la más bonita, la más querida. Los músicos de Nacor Blanco se resguardaban bajo los soportales de la Plaza mientras la procesión se dispersaba y la Plaza Mayor era un caos por lo precipitado de la situación.

Algunas damas absolutamente empapadas entonaron la Salve bajo el aguacero, demostrando que el amor y la fe son más fuertes que la propia naturaleza. Y miles de mujeres alzaron sus corazones bajo la lluvia para decirle "contigo siempre, Madre" y soñaron su precioso rostro bajo los plásticos escribiendo en el aire el más bello epílogo que puede tener la Pasión en Zamora, el de una ciudad entregada por amor a una Virgen que nunca está Sola.

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Fotos: Fco Colmenero

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