El reloj de sol que “vigila” el Duero desde hace 170 años
A simple vista pasa desapercibido, pero en lo alto de un muro de piedra, entre las ruinas de una antigua hacienda cercana a las Aceñas de Gijón, no lejos del cauce del río Duero, se esconde el único y más antiguo reloj de sol que aún conserva Zamora. Instalado en 1855, esta sencilla estructura cumple 170 años, testigo mudo de las jornadas de molineros, campesinos y pescadores que marcaban su ritmo de vida con la luz del sol y no con el engranaje de un reloj mecánico.
Su valor patrimonial resulta incuestionable, más aún tras la desaparición en 1975 del reloj de sol de Santa Clara, lo que convierte a este ejemplar en un raro vestigio del pasado cotidiano de la capital. Un elemento modesto, sin adornos, pero que conecta al paseante con una época en la que la posición del sol marcaba las jornadas laborales y la organización de la comunidad.
Situado en un muro esquinero de notable altura de una antigua casona, junto al río Duero, lleva grabado el nombre de "M. AVENDAÑO", quien fue el propietario del inmueble en la que está montado. Desde 2008, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) es titular del dominio público hidráulico asociado al río y sus aceñas, tras caducar la concesión de aguas. Esto incluye la zona en que se asientan las estructuras de los molinos y los terrenos directamente vinculados al cauce. Pero, el Ayuntamiento de Zamora ha comprado dos fincas particulares contiguas para integrarlas en el proyecto de rehabilitación, en un proyecto de restauración junto con la Diputación, que cuenta con fondos europeos y que busca consolidar los edificios y recuperar el patrimonio industrial del Duero para promover el ecoturismo.
Las Aceñas de Gijón están constituidas por cinco edificios con acceso, desde el camino de Gijón, por un puente de trazado serpenteante en muy buen estado. Por el contrario, de los edificios solo se conservan las estructuras de tajamares sobre el río y el arranque de la planta baja, según consta en el catálogo arquitectónico del Ayuntamiento de Zamora.
Estas aceñas Se sitúan junto al azud de Gijón, (entre el de Olivares y el de Pisones), y tuvieron una gran actividad e importancia en el proceso productivo de la ciudad. Actualmente, casi están tapadas por las arenas depositadas, pero, en su día, la proximidad de la ciudad y de zonas dedicadas al cereal, hicieron de este paraje una de las principales fuentes de ingresos y de mantenimiento del Convento de la Concepción hasta la Desamortización, cuando pasó a manos particulares.
Y en este entorno natural, con vistas espectaculares, donde el Duero marca el paisaje, se alza este cuadrante solar, testigo callado de que, en un tiempo, las horas no se medían con agujas, sino entre sombras y piedras.