Cuando la cerámica impera en el callejero de cuatro municipios sayagueses
La artesanía en barro de Nuria Martín, más conocida como Numa, toma posiciones en las placas y señalítica de las calles y monumentos de Tudera, Argañín, Abelón y Moral
Un trabajo de altura que requiere un proceso de resistencia para soportar las condiciones climáticas
"Nadie sabe cuándo empezó, pero es fácil imaginar que fue justo al principio. El barro debió ser lo primero que tocaron las manos de la primera mujer. Y, en ese primer contacto, ella descubrió su plasticidad y su capacidad de reproducir el mundo". Hablar del barro y la mujer implica un viaje a tiempos remotos, pero si en la ecuación metemos el concepto naturaleza, el resultado nos remite sin miramientos hacia Nuria Martín, Numa para la inmensa mayoría de conocidos y amigos.
Su cerámica artesanal es un auténtico océano de experiencias, o si somos más precisos, un bosque en el pasear por cada una de sus piezas supone acariciar los troncos de las encinas, los rebollos, sentir el musgo seco o las ramas que crujen bajo con cada pisada y que en sus manos se convierten en el colofón de piezas de ensueño, únicas como lo es su técnica y forma de vivir.
Una marca personal que en los últimos años ya adorna el callejero de tres municipios sayagueses, el último de ellos Moral. Fueron los Ayuntamientos de Tudera de Sayago de la mano de Tilia y de Argañín con José Manso quienes primero apostaron por esta emprendedora madrileña que llegó para quedarse en la comarca tras un viaje revelación que dio un giro de 180 grados a su vida y trayectoria profesional. Una apuesta que también hizo el Ayuntamiento de Abelón.
Ahora, Moral de Sayago se suma a este proyecto que permite lucir la obra única de una artista asentada en la comarca y que ha dedicado al proyecto más de tres meses de trabajo. Junto a la cartelería se une la señalítica de monumentos como el restaurado molino de La Raya o el de la Resbaladera y que dotan a los municipios de una unidad estética en convivencia con la piedra y la naturaleza del entorno.
Las condiciones climatológicas de un Sayago duro en invierno y que en verano llega a un promedio de 29 grados exige el empleo de materiales de calidad como el barro de alta temperatura así como el tipo de colores y esmaltes cerámicos especialies y que se une a un doble proceso de horneado a 1000 grados y posteriormente a 1240 grados. Ni más ni menos. "Con un tiempo tan extremo como se soporta en la provincia, este tipo de cerámica es la idónea".
Un proceso lento, delicado. Combinado el horno de gas y el eléctrico, Nuria se ve obligada a revisar constantemente los carteles realizados completamente a mano desde el amasado, decoración y letras y que se extiende hasta las hornadas con cada pieza requiriendo un día de horno y otros dos de enfriamiento. Una ardua tarea realizada prácticamente en solitario y con la única ayuda de su marido Delfín pero que ha ido compaginando con otros encargos.
Un proyecto que supone un "auténtico escaparate": "La gente pregunta y de ahí salen encargos para señalización de casas, tanto a nivel individual como de mayor envergadura.