Ya han pasado quince años y nadie olvida lo que ocurrió aquel 20 de agosto 2018. Marchaban desde Madrid con destino a Gran Canarias, con una agenda planteada, con planes preparados para disfrutar de lo que podrían ser unos días de descanso. El vuelo JK5022 estaba listo para el despegue, sin embargo, el avión se estrelló a los pocos minutos de comenzar su ascenso. Como consecuencia, 154 personas perdieron la vida, solamente hubo 18 supervivientes, así llegó el tercer siniestro aéreo más grave de la aviación española.
Entre las víctimas, había dos toresanas, un vecino de Fuentesaúco y un descendiente de Granja de Moreruela. Han pasado ya quince años, pero nadie olvida lo que sucedió aquel día. Un siniestro que marcó un antes y un después en la aviación de España. Como era de esperar, la aerolínea quebró y, el Congreso de los Diputados, aprobó en mayo de 2021 el dictamen de la Comisión de investigación del siniestro. Un documento que responsabiliza a diferentes cargos del Ministerio de Fomento en 2008 y que recordaba que "Spanair" sufría graves dificultades económicas.
Por si fuera poco, el informe recuerda la presión a pilotos y técnicos con la puntualidad y el ERE por el que se estaban viendo afectados. Un problema más que se suma al fallo de la alarma TOWS, que no avisó de la configuración incorrecta. No se trata además de una traba puntual ya que se llegó a dar hasta en 72 ocasiones.
Con todo ello, y ante la responsabilidad de otros, fueron más de 150 las personas que perdieron la vida ante las negligencias. Sin embargo, no se les olvidan. Todos los 20 de agosto se sigue luchando mientras las familias llevan flores a tumbas que aún no deberían existir.