Zamora cerró su Semana Santa por todo lo alto. Si por la mañana la emoción desbordaba los rostros tras el encuentro de Jesús Resucitado con su Madre en la Plaza Mayor, por la tarde y noche el corazón de la ciudad volvió a latir con fuerza al ritmo de la música, los aplausos y los bailes. Porque sí, el Domingo de Resurrección en Zamora ya no se limita al fervor matutino: ahora se celebra la alegría de un final que es también principio, y que se ha consolidado como un nuevo ritual de unidad y agradecimiento colectivo.
Desde primera hora de la tarde, la Plaza Mayor se fue llenando de ambiente. Durante la tarde actuaron Miguel & Cacia & Y los Resucitados, Rumba Ibérica y Cuarto y Mitad. El Camión Disco Móvil La Zona, convertido ya en un emblema festivo, hizo que el centro de la ciudad se transformara en un escenario al aire libre, abierto a todos los públicos. Niños, jóvenes y mayores compartieron espacio, ritmo y sonrisas en una cita que año tras año va ganando fuerza y sentido.
Música zamorana para todos los gustos
El protagonismo inicial fue para tres grupos locales, orgullo de la escena zamorana, que ofrecieron repertorios variados con temas de ayer y de casi hoy, haciendo las delicias de un público entregado desde el primer acorde. La calidad y el entusiasmo de estas bandas confirmaron que el talento musical zamorano no solo existe, sino que está más vivo que nunca y listo para sonar en cada rincón de la provincia.
Pero lo mejor estaba aún por llegar. Con la noche ya cayendo sobre los tejados de la ciudad, Marcos Vicente tomó el relevo con su aclamado espectáculo de La Zona Disco Móvil, y entonces ocurrió: Zamora votó. Literalmente. El suelo tembló con la energía de miles de zamoranos entregados al ritmo, con luces, humo y una selección musical que fusionó lo moderno con lo tradicional, porque sí, también sonaron cánticos de Semana Santa, esta vez reinterpretados como parte de la celebración.
Una tradición nueva que ya es imprescindible
Esta iniciativa, nacida hace años de la mano de la Cervecería de la Plaza Mayor, ha superado el rango de curiosidad para convertirse en una tradición consolidada. Más allá de la música, representa un homenaje colectivo a todo lo vivido durante la semana de pasión: al esfuerzo de cofrades, bandas, voluntarios, hosteleros, cuerpos de seguridad y tantos ciudadanos anónimos que hacen de la Semana Santa de Zamora la mejor de todas. Al menos, la que más nos pertenece y más nos une.
Porque Zamora se llena como nunca en estos días, y no solo de visitantes, sino de sentido. Y porque el Domingo de Resurrección es el broche perfecto para cerrar con luz y vida una semana de emociones intensas. Un final de fiesta que no es un adiós, sino un “hasta el año que viene”, con la promesa de volver a sentir, vivir… y bailar.


