De Zamora a Paiporta: 611 kilómetros de solidaridad sin fronteras

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La devastación provocada por la DANA en Paiporta sigue siendo palpable un mes después, pero entre el barro y los escombros, la solidaridad ha viajado 611 kilómetros para tender una mano.

Desde los colegios de Morales del Vino y otros centros educativos de la provincia de Zamora, la ayuda ha llegado al colegio Ausiàs March de Paiporta, que lucha por recuperar la normalidad tras quedar destrozado tanto estructural como materialmente.

La solidaridad que cruza fronteras

El AMPA y la dirección del colegio Ausiàs March, conscientes de la falta de recursos, contactaron con la ONG Acción Norte para suplir las necesidades más urgentes. Esta organización, junto con los colegios zamoranos, recolectó y entregó material escolar, un gesto que fue recibido con esperanza por padres y docentes. “Es un alivio contar con el apoyo de personas que, sin conocernos, entienden lo que estamos viviendo”, comentó una madre mientras ayudaba a descargar los paquetes.

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La llegada de los voluntarios de Acción Norte fue un soplo de aire fresco en una comunidad exhausta, donde los padres llevan semanas limpiando tanto sus hogares como las instalaciones escolares. La dejadez institucional por parte de la Consejería de Educación valenciana ha sido duramente criticada, ya que, tras un mes, ni siquiera se ha avanzado lo suficiente para garantizar que los niños puedan volver a clase. La espera se prolonga, mientras los padres luchan por compaginar sus trabajos con la reconstrucción de las vidas de sus hijos.

Escuelas como zonas de guerra

En Paiporta, cinco colegios y un instituto sufrieron graves daños. Mientras el instituto parece estar listo para reabrir este lunes, los colegios aún enfrentan problemas estructurales y de salubridad. Sin presupuesto oficial asignado para las limpiezas, la tarea ha recaído en padres, voluntarios, brigadas forestales, Protección Civil y el ejército, quienes trabajan incansablemente para acondicionar las instalaciones.

“No es solo el material escolar; las aulas siguen llenas de lodo, los baños no son utilizables y las zonas de recreo están impracticables”, denuncia una maestra del Ausiàs March. La situación, descrita por muchos como una "zona de guerra", refleja la desorganización en la gestión de la crisis. A esto se suma la presión de las familias, que intentan recuperar la normalidad mientras deben encargarse de sus trabajos y del cuidado de sus hijos.

Reconstrucción emocional y física

La tragedia no solo ha dejado huellas materiales; también ha afectado profundamente la salud mental de los alumnos y docentes. “No se trata solo de abrir los colegios, sino de que los niños puedan volver a un entorno seguro y limpio. Y los profesores también necesitan apoyo tras vivir esta situación tan traumática”, explica un miembro del AMPA.

En este contexto, la solidaridad ha sido la única constante. "Vale una sonrisa, un abrazo, llorar un poco y volver a la tarea de reconstruir las vidas de todos", resume un padre, reflejando el espíritu de una comunidad que, aunque abandonada por las instituciones, sigue adelante gracias al apoyo mutuo.

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Madres que trabajan y padres que tienen que levantarse a las 6 de la mañana para dejar a los niños con sus abuelos en Valencia por ejemplo, donde tras el trabajo la jornada se vuelve eterna y volver a casa para rememorar la tragedia es todo un hándicap. "Nos es imposible conciliar la vida laboral y la de nuestras casas, el que no esté el cole abierto es un verdadero problema y lo que más nos fastidia es que haya gente, voluntarios de toda España ayudando y no hayamos visto aún a los responsables de la cosejería en nuestras aulas para ver como solucionar todo lo que se nos ha caído encima". Los padres y docentes reclaman ayuda y no prisas cuando aún ni siquiera los responsables se han dignado a aparecer por los centros.

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La urgencia de una solución real

Los padres exigen que las autoridades se enfoquen en garantizar una vuelta al colegio segura y digna. “Las competencias no importan; lo que importa es actuar ya para que nuestros hijos puedan volver a estudiar”, reclama una madre, mientras sostiene una escoba en una mano y a su hijo pequeño en la otra.

Mientras tanto, la ayuda continúa llegando desde Zamora y otros puntos de España, demostrando que la distancia no es un obstáculo para la empatía. 611 kilómetros de solidaridad han traído no solo material escolar, sino también esperanza a Paiporta, recordando que, aunque el futuro de la comunidad valenciana parece incierto, el apoyo de otros puede marcar la diferencia.

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